Para nadie es un secreto que Nicolás Maduro será reelecto como presidente en Venezuela. Por ello, se desconocen las razones que han llevado a participar en el proceso electoral a Henri Falcón, un ex militar cercano a Hugo Chávez pero devenido en opositor al régimen. No se sabe si realmente cree que puede triunfar sobre la maquinaria chavista o si existe algún otro arreglo que termine sirviendo para legitimar el resultado. En todo caso, una vez más, su participación es reflejo de las debilidades que la oposición siempre ha mostrado para hacer frente al chavismo.
Los intereses caudillistas presentes en los diferentes partidos que conforman la Mesa de Unidad Democrática (MUD) han fracturado a la oposición. De otra forma, cómo explicar que un grupo de gobernadores del MUD electos en octubre pasado haya aceptado juramentar ante la ilegal Asamblea Nacional Constituyente.
Pero, así como una oposición sólida resulta fundamental para hacer frente a la dictadura, también el papel de los países de la región es importante. El Grupo de Lima se acaba de manifestar nuevamente, pidiendo la suspensión de las elecciones. Y, para hacer frente a esta posibilidad, se están identificando las “acciones que podrían tomar de manera colectiva o individual”.
Seguramente, el Grupo de Lima está esperando la movilización de la oposición y de la sociedad civil venezolana, para dar soporte a este proceso. Volver a recurrir al Sistema Interamericano, promover sanciones contra el gobierno, instar a EE.UU. a tener un papel más activo (ejerciendo presión sobre las islas del Caribe que aun apoyan a Venezuela), y llevar el difícil tema de la migración y los derechos humanos a instancias internacionales, son caminos que se deberían adoptar en los siguientes meses.