VISITA. Representantes de la minera informarán sobre proyecto a moradores del valle de Tambo. (Heiner Aparicio)
VISITA. Representantes de la minera informarán sobre proyecto a moradores del valle de Tambo. (Heiner Aparicio)

Los conflictos sociales en el Perú parecen nunca acabar. Lamentablemente, esto ha sucedido porque, desde Lima, se ponen excesivas regulaciones so pretexto de proteger a los más vulnerables, pero lo único que originan es más pobreza y desempleo. Y esas víctimas de la “protección” capitalina han quedado a la deriva para que cualquier líder populista aparezca como un supuesto defensor de cualquiera sea la causa del conflicto: ecología, agricultura, obreros... Lo cierto es que el nuevo conflicto minero en el valle del Tambo ha polarizado a todo el país entre defensores de la agricultura y defensores de la minería, aun cuando ambas pueden ir juntas. Es por ello que es erróneo establecer dos bandos y buscar un ganador, porque hay sectores que están a favor de la minería, pero no quieren que Southern, por sus serios cuestionamientos, realice Tía María. También hay otros que se oponen por completo a la minería sin importar quién dirija el proyecto. Por ello, es un grave y peligroso error ver este conflicto en blanco y negro, cuando hay una gigantesca escala de grises. Porque si bien hay políticos de izquierda que encuentran rentables los conflictos sociales y encima se enorgullecen de haber dejado a Cajamarca en la miseria, también hay ciudadanos realmente preocupados por sus cultivos.

Ayer empezó el paro indefinido en el valle de Tambo y se espera que sea una protesta pacífica dentro del imperio de la ley. Sin embargo, de radicalizarse las protestas, la responsabilidad será de esos grupos azuzadores de izquierda; del gobierno por no ir al valle de Tambo, y de los manifestantes, quienes deben entender que protestar es un derecho, pero se convierte en crimen si destrozan pistas o agreden a quienes no quieren participar de la manifestación, como lo hicieron en 2015.