(Congreso)
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El triunfo de la lista encabezada por María del Carmen Alva (AP) es una buena noticia para el país. Durante el primer año será esta Mesa Directiva, integrada también por Lady Camones (APP), Enrique Wong (Podemos) y Patricia Chirinos (Avanza País), la que dirija el Congreso, en un momento clave dado el tipo de gobierno que el país tendrá a pocas cuadras de allí, en la Plaza de Armas.

En su primer discurso, Alva dijo que “el Congreso garantizará el equilibrio de poderes que requiere el país”: ese es precisamente el principal objetivo de una mesa con fuerzas democráticas, para evitar cualquier intento de avasallamiento del Ejecutivo con medidas autoritarias o inconstitucionales.

Y bien hace también la presidenta del Legislativo en buscar consensos y trabajar con el gobierno en un marco de diálogo y respeto. “Terminemos con el conflicto de poderes”, ha sentenciado.

Nadie quiere que el país caiga en el entrampamiento en que se sumergió durante los últimos años, de pertinaces y absurdas colisiones entre el Legislativo y el Ejecutivo, más cercanas a reyertas callejeras que a debates sobre alternativas de gobierno y desarrollo. Mucho menos luego de la pandemia que ha dejado en tan mal pie a nuestra economía y, cómo no, en el año del bicentenario de la independencia del Perú, que debería marcar un hito en la ruta de los peruanos hacia el progreso, camino que desde el comienzo de este siglo habíamos comenzado a andar a paso seguro.

Son, en definitiva, nuevos aires en el Parlamento, con el histórico añadido de que tres mujeres estarán al frente del primer poder del Estado, que tendrán la tarea de doblegar los intereses de las bancadas de izquierda que pretenden llevar al país a un terreno de confrontación, como el empecinamiento de ir a una Constituyente, y perder años en ese trajín, cuando las prioridades del Perú en estos momentos son otras, y muy claras, como lo están demostrando las naciones que ya están dejando atrás las crisis generadas por la plaga que asoló al mundo.

El Perú no está para demagogias ancladas en proyectos totalitarios que las sociedades modernas han mandado al basurero de la historia no una, sino muchas veces. Y nuestro país no debe ser la excepción. Al nuevo Congreso y su directiva solo cabe entonces desearle éxitos y firmeza en la gestión que inician.

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