"¿Qué estamos esperando? ¿Acaso que suceda una tragedia de mayor magnitud? ¿Acaso no basta con el daño causado a cientos de pasajeros que quedaron varados?". (Foto: César Grados/@photo.gec)
"¿Qué estamos esperando? ¿Acaso que suceda una tragedia de mayor magnitud? ¿Acaso no basta con el daño causado a cientos de pasajeros que quedaron varados?". (Foto: César Grados/@photo.gec)

Muchas veces, cuando escuchamos una noticia referida a que una institución calificadora de riesgo le baja la categoría a una entidad, o al país, esto nos genera una gran preocupación y ello se vuelve una noticia de la que todos hablan y discuten.

Sin embargo, lo que más nos debería preocupar es la degradación moral y profesional de las autoridades y funcionarios en el Perú, que es un fenómeno que cada vez gana más terreno en el país, trayendo como consecuencia una entendida desconfianza en las mismas y la afectación sobre la credibilidad de las instituciones públicas.

Es así que, a lo largo de los últimos años, el país se ha convertido en testigo de innumerables casos de corrupción, mal uso de las instituciones, malas conductas, falta de profesionalismo, o simplemente ausencia de querer hacer bien las cosas, afectando con estas acciones u omisiones derechos fundamentales de los ciudadanos, llegando incluso a poner en riesgo las vidas humanas.

Esto se da, puesto que los recursos se mal utilizan, se toman malas decisiones, o sencillamente no se toman; y los servicios públicos en general desatienden los objetivos para los cuales han sido creados.

A raíz de lo sucedido en nuestro primer terminal aéreo la noche del domingo pasado, cabe preguntarnos a dónde nos llevan las autoridades de Corpac y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Recordemos que no hace mucho tiempo en ese mismo escenario, el 18 de noviembre de 2022, hubo una tragedia que cobró la vida de tres valerosos bomberos, precisamente por una descoordinación y falta de profesionalismo de los funcionarios de Corpac.

¿Qué estamos esperando? ¿Acaso que suceda una tragedia de mayor magnitud? ¿Acaso no basta con el daño causado a cientos de pasajeros que quedaron varados? La situación del domingo produjo la pérdida de un sin número de oportunidades, al margen de las cuantiosas pérdidas económicas y sobre todo la afectación de la reputación para el Perú que como país no ha sido capaz de prever este tipo de situaciones en su primer aeropuerto y por ello tener planes alternativos, rápidos y seguros, para afrontar una situación de emergencia como la vivida.

Para abordar este problema es necesario hacer un rápido análisis de los hechos suscitados, producir cambios, promoviendo la rendición de cuentas de las autoridades y funcionarios, pero sobre todo poner en el centro del accionar a los ciudadanos, como eje motivador de las decisiones que se tomen.

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