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Redacción PERÚ21

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Jaime Bayly,Un hombre en la lunahttps://goo.gl/jeHNR

Yo sería profesional, si no fuera por mi marido Lolo, que en paz descanse: por su culpa, no terminé la carrera. No había entrado a la Católica, no había entrado a la de Lima, había rebotado en los exámenes de ingreso, pero soy una luchadora y logré entrar a la Unifé. No tuve que dar examen, entré porque mi mami era amiga de las monjas y les daba donaciones y por eso tenía vara y entré sin dar examen. La verdad es que no sabía qué estudiar, las monjas me hicieron un test vocacional y salió que no tenía vocación de nada, así que ellas me metieron en la carrera de Educación Infantil, que, según dijeron, era rendidora, de provecho. Ese era mi sueño: ser profesora, maestra, maestra jardinera. Quería ser profesora de niños en un nido, o de niños especiales, con discapacidad. Pero en el segundo semestre las monjas me hicieron otro test vocacional y salió que seguía sin vocación y estaba embarazada. Si seré tonta, las monjas descubrieron mi embarazo antes que yo y mediante un test vocacional, ¡alemanas tenían que ser! ¿Cómo se dieron cuenta? No sé, hasta el día de hoy no sé, solo me acuerdo de que ya sospechaban de mí porque estaba pálida y me daban unos ataques de náuseas repentinos y a veces no llegaba al baño y dejaba mis arrojos frescos en el pasillo. Y las monjas alemanas, que además sabían de mi gran instinto maternal, y sabían que estaba saliendo con Lolo, mi novio, sospecharon al verme en ese estado calamitoso y aprovecharon el test vocacional para llevarme al baño, bajarme el calzón y hacerme un examen de orina. Así fue como se truncó mi sueño de ser profesional: Lolo se ponía condón, pero parece que compraba unos condones chinos que venían defectuosos y a veces tenían hueco y por eso quedé embarazada y tuve que dejar mis estudios y ahora soy madre de mi hijo Julito, fruto del amor pero también de un agujero en el condón que se puso Lolo, que por no comprar preservativos de calidad me dejó encinta. Lógicamente, tuve que dejar mi carrera para ser mamá. Y cuando nació Julito ya no pude regresar a la Unifé, era imposible, ya me había casado con Lolo y no teníamos plata para contratar una empleada, así que yo solita tuve que cuidar a Julito. Después, todo fue de mal en peor: Lolo se dedicó a la bebida, fue despedido del Estudio Olaya porque lo encontraron en el baño con la secretaria, cayó en las garras de los bingos, se convirtió en un bueno para nada. Y yo, con Julito, sola, sin título profesional, viendo cómo mi marido regresaba a las cinco de la mañana, ebrio, cayéndose, de un bingo pulgoso. ¡No sé cómo sobreviví! Sobreviví gracias a mi mami, que me pasaba plata a escondidas de Lolo y se citaba a escondidas con Lolo en el grifo a las dos de la mañana para darle plata a escondidas de mí, tan buena era mi mami que nos mantenía a los dos, clandestinamente a ambos, a mí para la leche y los pañales, y a Lolo para sus tragos y sus bingos. Y cuando ya mi mami le había conseguido trabajo a Lolo en la Universidad de Piura como profesor de Educación Física (porque él era muy bueno en eso, haciendo planchas y abdominales y ranas, yo lo he visto borracho haciendo cien planchas, vomitando toda la tripa y quedándose dormido sobre sus arrojos frescos), cuando ya parecía que vería la luz al final del túnel, ¡de nuevo quedé embarazada! ¿Lo planeamos? ¡Claro que no! Yo ya no quería tener relaciones con Lolo, su cuerpo me provocaba rechazo, repugnancia, repulsión, asco, cosita, porque yo sabía que él me sacaba la vuelta con cualquier orificio lubricado que se le ofreciera, así fuera de varón, pero había noches en que llegaba achispado, alicorado, y me buscaba mi punto G (que está en el cuello), y aunque sabía que no me convenía, me dejaba besuquear y a las finales cedía y terminábamos tirando. En eso no me quejo, Lolo era un inútil pero sabía tirar, era bien fogoso en la cama, tenía una lengua viva que me volvía loca, lo malo es que a veces estaba tan ebrio que se quedaba dormido haciéndome cositas ricas ahí abajo, una cosa espantosa, humillante, que tu esposo se quede privado cuando está en pleno acto contigo. Yo no quería quedar embarazada de nuevo pero así es la vida, así nació mi segundo hijo Jorgito, una a los hijos los quiere más cuando no han sido planificados, cuando han sido fruto del amor ciego, necio, obtuso. Y ahora tengo a mi Julito que estudia para profesional en la de Lima, tengo a mi Jorgito que estudia para profesional en la San Ignacio, y tengo a Lolo en una lata de Nescafé porque hace años falleció en un choque en la Costa Verde, borracho claro, y tuve que mandarlo a cremar rapidito antes de que le hicieran la prueba etílica. ¿Quién pagó la cremación? Mi mami, por supuesto: ¡una santa! ¿Y quién paga las universidades de mis dos hijos, carísimas, que cuestan un ojo de la cara? Mi mami, quién más va a ser, yo no soy una profesional, tuve que abandonar mi carrera para ser ama de casa, y si bien ahora trabajo como locutora de Radio Oxígeno de cuatro a seis de la mañana leyendo los titulares del día, mi sueldo no alcanza para pagar las universidades, que, sumadas, salen a casi dos mil dólares al mes. No me quejo, ¡pero es una fortuna! Gracias a mi mami, que les costea sus estudios y sus viáticos y su movilidad, ¡todo! Porque los chicos no querían ir en combi a la universidad y mi mami les ha comprado un Toyota Yaris usado que los dos comparten, ¡qué generosa es mi viejita, qué nos haríamos sin ella! Yo no seré profesional titulada, diplomada, pero me considero muy profesional como locutora de Radio Oxígeno: nunca he llegado tarde, nunca les he fallado a mis jefes, me levanto a las tres de la mañana, tomo dos Nescafés bien cargados (a veces he estado tan dormida que me he tomado un poco de Lolo con agua caliente y ni cuenta me he dado) y llego con ilusión a la cabina radial para leer las noticias del día: los titulares de los periódicos, las farmacias de turno, las defunciones, el santoral, el horóscopo, lo que ocurrió hace cien años y los chismes de la farándula. A esa hora mis hijos duermen, nunca me escuchan. Cuando llego a la casa a las ocho de la mañana (porque el tráfico a esa hora es tenaz), ellos están durmiendo y yo les cuido el sueño. Julito y Jorgito son bien organizados y solo tienen clases después de mediodía. ¿Qué estudian? La verdad, no sé bien. Julito dice que estudia Administración y yo le digo qué bien, hijito, qué vas a administrar, y él me dice no sé, mamá, ya veremos, y eso me parece muy maduro de su parte, porque en la vida una va administrando pero sobre todo va improvisando, yo por ejemplo soy una profesional administrando el caos que ha sido mi vida desde que Lolo me hizo dos hijos y me enviudó borracho. Jorgito se molesta cuando le preguntó qué está estudiando. ¡No te metas en mi intimidad!, me regaña, ¡eso es problema mío, mamá! Ya, Jorgito, todo bien, estudia lo que sea tu vocación, le digo yo, pero no te olvides que yo soy la que paga las boletas mes a mes a los usureros de la San Ignacio. ¡Tú no las pagas, las paga la abuelita Dora!, responde Jorgito, que me ha salido contestón, tiene el genio de Lolo, y bien callada me tengo que quedar. Mi mami es la que paga todo y si le preguntan a ella qué estudian mis hijos, tampoco sabe, pero paga y compra el Yaris y les da para su gasolina y sus extras y hasta los ha invitado a un festival Ultra de música electrónica en Miami, ojalá que mis hijos regresen vivos y con la memoria intacta de esa degeneración en Miami. Esa es la historia de mi vida: sacrificarme, ir remando, aguantar, hacer de tripas corazón, no quejarme, ser buena madre y buena locutora de Radio Oxígeno y no guardarle rencor a mi marido difunto que está en una lata de Nescafé que cuando la abro ni siquiera huele a café, ¡apesta a trago, en su memoria! Mi sueño es que mis dos hijos sean profesionales titulados, graduados, con tesis y todo, y que nos hagamos la foto en la graduación y después se dediquen a sus carreras profesionales, sea la carrera que sea, pero que ante todo sean siempre profesionales a carta cabal, como la profesional titulada que yo no pude ser y sin embargo siento que soy a mi manera leyendo las noticias cada madrugada a las cuatro en punto en Radio Oxígeno.