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Presidentes sin mayoría: lecciones aprendidas
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A seis semanas de las elecciones, las encuestas muestran incertidumbre respecto de los primeros lugares. En elecciones simultáneas, presidenciales y parlamentarias, las primeras suelen concentrar la atención. Con los datos que disponemos hoy, se puede prever que el Congreso del 2021 será fraccionado y que al próximo presidente le tocará gobernar sin mayoría. Ese ha sido el escenario desde 2001 en el Perú, con el importante matiz del 2016, en que se configuró por primera vez un escenario de gobierno dividido, con una mayoría de otro partido en el Congreso. Hemos tenido presidentes sin mayoría, sin partido y sin bancada. Como consecuencia de ello, a manera de ejemplo, en el último año el 37% de las leyes se aprobaron sin consenso entre Ejecutivo y Legislativo, 18% se aprobaron por insistencia. El promedio de leyes aprobadas por insistencia entre el año 2001 y 2016 fue de 6%. Durante la presidencia de Kuczynski subió a 12%. Todos estos porcentajes están muy por encima de lo que ocurre en la región.
De cara al próximo proceso electoral, los acontecimientos vividos en el periodo 2016-2021 nos dejan a los electores al menos dos lecciones. Primera: Los vicepresidentes importan. La figura constitucional de la presidencia cobra importancia al momento de la elección. Al decidir el voto, es importante mirar la plancha presidencial completa. Segunda: Por muy elemental que suene, el Congreso importa. El presidente debe gobernar con el Congreso y no puede hacerlo de manera eficaz sin una bancada de gobierno. La búsqueda de consensos se facilita con ella.
¿Puede gobernar un presidente sin mayoría? De manera general, muchos estudios muestran que un presidencialismo de coalición puede contribuir para una gobernabilidad democrática. El presidente puede concluir su periodo si logra evitar una coalición opositora. En escenarios sin mayoría, las opciones de coaliciones de gobierno pueden ser más complicadas de lograr, por ello será necesario construir una agenda legislativa que permita una coalición parlamentaria. Es importante entonces la posibilidad de construir consensos y realizar esfuerzos por encontrar agendas comunes previa identificación de problemas. La pandemia ha colocado como prioridad mejorar la infraestructura hospitalaria, el acceso a la salud, la conectividad y la integridad en el ejercicio de la función pública. El incremento de la pobreza y la reducción del empleo formal son algunos ejemplos cuya atención requiere de pactos específicos y agendas comunes.
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