Esa es la pregunta que muchos se están haciendo. A solo una semana de las elecciones congresales, más del 40% de electores está indeciso, piensa votar en blanco o viciar su voto. Algunos sugieren votar por personas honestas, sean de izquierda o derecha; consideran que es suficiente votar por gente bienintencionada. El problema es que muchas veces se cumple el dicho de que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Es obvio que debemos votar por gente honesta pero también es importante que sean capaces y tengan sus ideas claras, al igual que los partidos que representan. No basta con votar por gente honesta si después van a defender posiciones contrarias a lo que consideramos que se requiere para permitir desarrollarnos. Por otro lado, si votamos por una persona, en el fondo estamos votando por el partido que los postula al Congreso y puede darse el caso de que nuestro voto ayude a que entren al Congreso candidatos que impulsarán reformas que no deseamos.

Debemos esforzarnos para que nuestros candidatos sean de un partido con cuya ideología coincidamos. ¿Cómo lo hacemos? Revisando sus páginas web, buscando declaraciones de sus líderes sobre sus posiciones en temas de interés nacional y analizando si coincidimos con sus propuestas. Tarea difícil porque muchos partidos son un sancochado, carecen de un ideario consensuado y se esconden en la típica respuesta: “Somos de centro”, donde está la mayoría del electorado. La mayoría de partidos no tiene ideologías claras ni han compartido sus agendas legislativas, y los que lo han hecho no parece que sus candidatos las compartan, como se ve en debates y entrevistas. Tenemos una ardua tarea si queremos votar bien.