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Como para demostrar una vez más que la caviarada y su protegido Vizcarra tienen un poder descomunal en el aparato de justicia (PJ, Minjus, Fiscalía, DP), nuevamente el lagarto se salvó de esa misma prisión preventiva que sí se les aplicó a muchos otros y por mucho menos. El Perú tiene que salir de una vez por todas del yugo de la caviarada, que es el poder verdadero que manda aquí desde que Paniagua –vía García Sayán– les regaló el Estado, con la colaboración de muchos “tontos útiles” en los medios y de los vargallosistas. Esa captura se consolidó con Toledo. Muchos pensamos que García iba a revertirla, pero prefirió intentar congraciárseles: les mantuvo y les dio puestos en el Estado, nombró premieres y ministros izquierdistas (Yehude, Ugarte) y hasta les facilitó el Museo de la Memoria. El gran impulsor de este congraciamiento del gobierno aprista con la caviarada fue el expremier Del Castillo. El pago fue corretear a García, hasta su suicidio. Con Humala terminaron de capturar el Estado, con ministros caviares y rojimios, como Siomi Lerner, Jímenez Mayor, Eguiguren, Edda Rivas, Figallo, Albán, García Naranjo, Peirano, Pedraza. El gobierno de PPK fue otro aliado más de los caviares: su tontuelo premier Zavala les metió por todos lados en el Estado y hubo ministros abiertamente caviares (Del Solar, Nieto, Patricia García, Neyra) o caviaroides (Marisol Pérez Tello, Basombrío, Martens). Con Vizcarra y este Sagasti ya ni vale la pena perder espacio para detallar la apoteosis caviar bajo ellos. Es más, Sagasti mismo es un caviarazo de manual, una caricatura.
Urge salir de esta asfixiante costra, casta, red o argolla presupuestívora, que vive del Estado y quiere que seamos solo como ellos quieren. Vota por un candidato que cumpla este programa mínimo: levantar la economía, vacunarnos y desalojar a la caviarada del Estado. El resto es secundario.
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