En algún pasaje del interminable, inconexo y vacuo mensaje al que Dina nos sometió, deslizó un comentario sobre esa cueva de sinvergüenzas que es Petroperú para decir, únicamente, que el personal se iba a Talara, siguiendo solo una de las recomendaciones que el Directorio había propuesto en mayo pasado.
¡Abracadabra! Debe pensar que con ello el problema está resuelto. No señora, la basura bajo la alfombra sigue estando allí.
Las semanas pasan y no hay indicios de que el Gobierno vaya a tomar la salida dura, pero correcta (liquidar Petroperú o buscar un socio privado que limpie la “empresa”); mientras el desangramiento de Petroperú continúa y los pillos que viven de este desmadre se siguen relamiendo.
Incluso parece que quieren revivir a personajes que pulularon sin hacer nada positivo en su momento, como Óscar Vera o Pedro Chira para reemplazar a un equipo técnico e independiente como el que lidera Stark.
Un amigo de fuera me preguntó sobre Petroperú y qué podíamos esperar. Nada le respondí. La razón es que seguir insuflándole ad infinitum fondos públicos es un gran negocio para los muchos que comen de la empresa. Van más de US$8,500 millones dilapidados y solo para este año requiere de US$2,200 millones adicionales; mientras las pérdidas ya suman más de US$1,500 millones en año y medio.
El ministro de Economía ya debe estar cavilando qué nuevos impuestos aplicarnos para cuadrar las deficitarias cuentas públicas. ¡Renuncie, señor!
Ya que al ineficaz Nelson Shack no le dio la gana de auditar Petroperú, como tampoco creo que lo vaya a hacer el actual contralor o el Congreso, solo queda rezarle a Santa Rosa para que algún periodista haga el trabajo que estos “ciegos” no quieren hacer.
En tanto, los contribuyentes seguiremos mojándonos para financiar el sueño húmedo de Humala, Campodónico y la perniciosa izquierda peruana.
¿Sigrid, Vero, Mirty, Indira, algo que decir?