Pequeñas f(r)icciones: Acuña, el influencer frustrado.
Pequeñas f(r)icciones: Acuña, el influencer frustrado.

llega a la residencia de su padre. Ingresa y apenas si les devuelve el saludo a los empleados, casi ni mira a aquellos más antiguos que ya lo llaman por su nombre. Así, caminando como un zombi, llega hasta el estudio de su padre, , el líder de Alianza para el Progreso. Parado frente a la puerta, no se anima a tocarla, mientras su aliento rebota sobre la madera y una vena empieza a hacer saltar su sien. De pronto, su brazo derecho parece independizarse, librarse de su voluntad y, por fin, golpea la puerta, suave, con menos intensidad que la fuerza de una brisa. Pese a ello, su padre lo escucha.

-¿Quién es?

El hijo de Acuña lanza su voz, pero esta sale temerosa, casi apagada.

-Yo -dijo y antes que su padre diga algo, carraspea y vuelve a hablar, pero en esta ocasión con cierto aplomo-. Yo, soy Richard.

-Hijo, pasa, pasa -dice Acuña, sentado en el escritorio.

Richard abre la puerta e ingresa en el estudio. Revolotea la mirada por las paredes llenas de fotos y algunas pinturas. Luego camina hacia el escritorio, casi sin querer, como si lo estuvieran empujando. La sonrisa que muestra su padre se va apagando conforme él se acerca.

-¿Y esa cara? ¿Pasa algo?

Richard asiente.

-¿Qué pasa?

Los labios de Richard siguen sellados.

-Pero dime. ¿Qué pasa? -pregunta y luego su rostro se ensombrece todavía más- ¿Es la familia? ¿Algo le pasó a la familia?

-No, no es eso -dice Richard-. No es nada de la familia. No te pongas nervioso.

Acuña se pasa la mano por la frente.

-Pero hijo, entonces dime de una buena vez. ¿Qué ha pasado?

-¿No has visto las noticias?

-No, no las he visto. Me estás poniendo de mal humor. ¿Vas a decirme o qué?

Richard coge la silla, la acomoda y se sienta.

-Se ha filtrado un audio tuyo.

Acuña siente la frase como un golpe directo a su rostro. Entonces, se deja caer hacia atrás. Sus pies se desprenden del suelo y su espalda empuja al límite el espaldar. Se mantiene largos segundos así, mientras su mente trata de adivinar qué frase se habría hecho pública. Cuando siente que su mente empieza a hervir, sacude la cabeza. En seguida, se vuelve a enderezar y lanza su mirada a Richard.

-Dime, de frente, ¿qué tan grave es ese audio?

Richard da un suspiro. Parece que demora porque quiere ser lo más exacto posible.

-Es grave, pero también tiene sus agudos. Supongo que depende de los parlantes que uses. ¿Tú cuáles tienes?

César Acuña casi se cae de la silla. Piensa que su hijo está bromeando, pero al ver su rostro adusto comprende que no.

-Olvidémonos de los parlantes.

-¿Por qué? ¿Tienes audífonos?

-Olvídate del sonido. Quiero saber qué cosa se escucha. ¿Cuándo lo grabaron?

-Es un audio reciente. Es de la última reunión que tuviste con la bancada.

–Así que alguien grabó y lo filtró a los medios -dice Acuña, mecánicamente, parece que estuviera leyendo un texto.

El también candidato al Gobierno Regional de La Libertad pone su mano sobre la frente, como si estuviera tomándose la temperatura. Ahora presiona más la cabeza, como si así le fuera más sencillo recordar aquella reunión. ¿De qué hablamos? ¿Qué cosa les pedí? ¿Hablamos de alguien en particular? ¿Qué frases había lanzado? Él siempre había sido precavido en soltar ideas u opiniones que pudieran comprometerlo. Pero, se pregunta, ¿y si me ganó la confianza? ¿Y si el sentirme en confianza con la gente de mi bancada me hizo irme de boca?

-Papá -interviene Richard-. Deja de estar torturándote.

-Dime, ¿qué se me escucha decir?

-Se te escucha decir que la bancada tiene que ayudarte electoralmente aprobando la creación de una provincia.

-No, hijo, de un distrito.

-Eso, de un distrito. ¿Cómo se llama?

-Se llama Alto Trujillo. Es estratégico. ¿Sabes cuántos electores tiene?

-Sí, lo dijiste en el audio. 120 mil.

Acuña asiente con la cabeza varias veces, como dando por hecho ese apoyo electoral.

-Con esos votos ya tengo garantizada la victoria.

-Eso era antes. Ahora que todo se ha hecho público, yo no estaría tan seguro.

-La verdad, no veo nada malo en que le pida a Lady que priorice eso. Es decir, tampoco es un delito.

-Bueno, papá. Algunos dicen que eso constituye tráfico de influencias.

-¿Tráfico de influencias? Están locos. O sea, ¿no le puedo pedir a mi bancada que me ayude priorizando ciertos proyectos de ley? Si es lo más normal del mundo. ¿Acaso estamos robando algo?

-Claro que no, papá. Solo estamos traficando influencias.

-Ya te lavaron el cerebro.

-Aquí el problema es que se la están agarrando con Lady. Hasta van a querer sacarla.

-Ese no es el problema, hijo. Tienes que ver la foto más grande.

Richard dirige su mirada a las paredes.

-¿Cuál de todas?

-No, hijo. No me refiero a estas fotos.

-¿Entonces? ¿A las de la sala?

-No, pues, Richard. Para que aprendas. Son dos cosas: si alguien tiene ese extracto de audio de mí, puede tener otro más comprometedor.

-Entiendo. ¿Y la otra cosa?

-Que tenemos un traidor entre nosotros.

Los ojos de Richard se abren de golpe, a más no poder.

-Tienes razón, padre. Tenemos un traidor. Claro, ahora lo entiendo.

-¿Sabes quién me traicionó?

-Por supuesto.

-¿Quién?

-El maldito que te grabó.

Acuña se mueve sobre su asiento y junta las manos, como rezando.

-Hijo, de pura casualidad, ¿sabes quién fue el maldito que me grabó?

-El mismo que te traicionó.

-Vaya, hijo, cada día me sorprendes más.

-Gracias, papá, pero, ¿a dónde quieres que vaya?

Horas después, ante un nutrido grupo de periodistas, Lady Camones, la presidenta del Congreso, lamenta que se graben conversaciones de manera inconsulta, sobre todo, cuando se hacen sin avisar. Asimismo, en respuesta a las acusaciones contra el líder de Alianza para el Progreso, Camones niega que César Acuña haya querido influir, por motivos electorales, en la aprobación de un proyecto de ley. Quizá fueron dos.

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