[Opinión] Mónica Delta: Nos habíamos acostumbrado tanto. (Foto: Presidencia)
[Opinión] Mónica Delta: Nos habíamos acostumbrado tanto. (Foto: Presidencia)

Cinco años, cinco presidentes. Siete meses de gobierno de Pedro Castillo, cuatro gabinetes, una rotación de ministros sin precedentes. Desde la salida del canciller Béjar, que acusó a la Marina de iniciar el terrorismo; pasando por Iber Maraví, interpelado por sus lazos con Sendero en la década de los 80s; siguiendo con Bellido, a quien no le eran ajenas muchas expresiones misóginas y que pretendió nacionalizar el gas de Camisea; transitando por un intento de nombrar embajador al investigado Richard Rojas; un exministro del Interior como Barranzuela ‘pachangueando’ en plena pandemia con la excepcionalidad que sentía le daba el poder; con un exsecretario de Palacio que “guardaba” 20 mil dólares en el baño de la casa de gobierno; con el mismo Pacheco y el entonces ministro Ayala tratando de presionar e influir en los ascensos de las Fuerzas Armadas y policiales; con un exprimer ministro Héctor Valer, brevísimo él, que había sido denunciado por su esposa (difunta) y su hija por violencia familiar, y hoy, con un ministro de Salud que parece una parodia ‘científica’ asegurando que investiga en Google la ya famosa “agua arracimada”.

Todo ello, sin contar con las más de 60 designaciones cuestionables (diario El Comercio) contadas en los primeros 178 días de gobierno, de las cuales, al menos 40 tuvieron que irse por destapes periodísticos por no cumplir estándares mínimos de idoneidad y experiencia.

Este es el trágico laberinto en el que parece nos estuviéramos acostumbrando. La inestabilidad es lo más permanente que hoy persiste en nuestro país. Hemos permitido que se instale un sistema con dos miradas. Tú me cierras, yo te vaco. Con una clase política extremadamente desprestigiada. La ciudadanía harta, pero aún indiferente, como adormecida, ante tanta desfachatez frente a los que representan la decadencia e ineficiencia en la gestión. La prepotencia entre los poderes es el denominador común y no nos sacará del marasmo en el que hoy estamos mientras la ciudadanía lo permita.

Lea mañana a: Yesenia álvarez