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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Economista y asesor financiero

El marco externo, en el año entrante, estará dominado por la continuación de la caída en los precios de los minerales y el consiguiente estancamiento en los ingresos anuales por exportación cuyo nivel se estabilizaría, en alrededor de US$40 mil millones, después de la caída desde 2011. El precio del cobre continuaría su descenso posiblemente hasta US$2.5 por libra; ya bordea los US$2.8, muy por debajo de los US$4.5 que alcanzó en 2011. Es posible que el mal panorama del cobre lo compensen en parte mejores precios del oro y la plata. Los menores precios del crudo sin duda ayudarán a las economías importadoras netas como la peruana. En cuanto al contexto financiero internacional, no se puede descartar una nueva crisis financiera, pues hay demasiados temas por resolver: la zona euro, Rusia, los derivados financieros, el retiro de las emisiones monetarias, la sobrevaluación de bonos, acciones y bienes raíces, etc.

En el frente interno, pesarán factores poco alentadores: la atonía de la inversión privada; la falta de dinamismo en el sector de la construcción, pues seguirá la corrección de los excesivos precios alcanzados durante el 'boom' como lo presagian los cada vez más visibles anuncios de "se vende"; la continuación del deterioro en la disponibilidad y calidad del crédito al consumo, y las pérdidas cambiarias y esfuerzos de refinanciación de no pocas empresas pequeñas, medianas y hasta las grandes que salen al mercado con colocaciones de bonos. El sol continuará su depreciación frente al dólar; calculo que en diciembre del 2015 el tipo de cambio se situaría en torno a S/.3.15 por dólar. Es previsible que el sector público responda a esta pobre coyuntura con una ejecución más rápida de los proyectos de inversión pública –algunos de los cuales de gasto excesivo para limitada utilidad, como he venido argumentando– así como adoptando más reducciones impositivas. ¿Se ha logrado algo con los paquetes de reactivación? Pues sí, sobre todo con el último se logró contener lo que en mi opinión ha sido una ligera recesión entre el primer y tercer trimestres. En efecto, el 2.7% de cierre en 2014 hay que tomarlo con cautela, pues es resultado de un afortunado efecto estadístico más que de un crecimiento efectivo durante el año: comparamos un PBI mensual estancado durante 2014 –particularmente entre enero y agosto– con un promedio, algo menor, de un PBI mensual creciente durante 2013. No comparto el optimismo de algunos de que, en 2015, vayamos a presenciar un rebote del PBI al 5% o más, como ocurrió del 2009 al 2010, aunque ojalá los hechos me desdigan. Mis mejores deseos para los lectores y sus familias en 2015.