Desde hace ya muchos años venimos diciendo que “este es el peor Congreso” o que “el próximo Congreso no puede ser peor”. Y año tras año continuamos equivocándonos y siempre, cuando creemos que hemos tocado fondo, llega algo peor, aunque haya resultado difícil imaginarlo.
Aun así, efectivamente es difícil imaginar un peor Congreso que el que ahora tenemos: relaciones estrechas con sectores como la minería ilegal, el tráfico ilícito de drogas, el transporte informal y la delincuencia, pasando por los recortes de sueldos a los empleados, que son pan de cada día. La pregunta es esta: ¿cómo hacer para mejorar la calidad del Congreso? Eso depende tanto de los partidos políticos como de los electores.
En diversas encuestas, la población masivamente se pronuncia desaprobando a los congresistas; pero, dada la historia, lo más probable es que termine votando por perfiles similares que son, además, los perfiles que presentarán los partidos políticos para darnos a elegir. A ello se suma la capacidad de financiamiento de campañas, donde el aporte de empresas formales está vetado, pero las opciones para el financiamiento ilegal, con actores que buscan defender sus intereses, están abiertas.
El gran número de partidos que se presentará a las elecciones tampoco ayuda y parece que para 2026 podríamos tener 40 listas. En el caso de los candidatos mejor preparados y más centrados en promover el desarrollo del país, por ejemplo, como aquellos que defienden la actual Constitución, en lugar de unirse y presentar un bloque cohesionado, sus propuestas se dispersan entre diversos candidatos, lo que confunde al elector y abre espacio a opciones que menos convienen al país.
Leyes como las que permiten repartir los fondos de pensiones, la eliminación de elecciones internas en los partidos políticos (elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias -PASO, un filtro que habría limitado el número de candidatos-), junto a propuestas como las de permitir el transporte público por parte de los taxis colectivos o hacerse de la vista gorda ante la crisis de la minería ilegal, son solo ejemplos de la irresponsabilidad con la que se legisla. Y nada parece que vaya a cambiar, a menos que sea para peor.
La relación de listas de las cuales elegir será larga y variada. La mayoría de estas hace que las propuestas se diluyan y no representen posturas con un respaldo importante de la población. Empresarios, líderes regionales, políticos varios, gestores de intereses, exmandatarios, congresistas, excongresistas, periodistas y actores… las opciones son muchas y diversas, tanto para la Presidencia como para el Congreso. A ver si esta vez nos toca la suerte y no nos sale un Congreso aún peor que el actual.
Sí, viendo como viene la cosa, realmente será cuestión de suerte.