“El esfuerzo para el tratamiento de la basura debe ser integral. Debe comenzar por el trabajo de las empresas para limitar la generación de residuos no aprovechables, fomentando la reutilización”. (Foto referencial: Shutterstock)
“El esfuerzo para el tratamiento de la basura debe ser integral. Debe comenzar por el trabajo de las empresas para limitar la generación de residuos no aprovechables, fomentando la reutilización”. (Foto referencial: Shutterstock)

Todavía es común ver a personas hurgando entre la basura de casas y edificios buscando materiales como vidrio, plástico, cartón o papel para su posterior venta. Son los recicladores tradicionales que ha prohibido ya algún municipio a pesar de que se ganan la vida de manera muy esforzada, recogiendo, clasificando y disponiendo de la basura reciclable. A pesar del tiempo transcurrido, verlos trae el recuerdo inevitable del cuento de Julio Ramón Ribeyro “Los gallinazos sin plumas”, escrito en 1955, en el cual dos muchachitos buscan, entre la basura de las casas y en basurales, restos de comida para alimentar al cerdo que el cruel abuelo estaba engordando.

Hace poco, mientras nos informábamos de las protestas en Francia contra el aumento de la edad de jubilación que evidenciaron las dificultades para tener un sistema de pensiones sostenible, las imágenes llamaban la atención mostrando las calles repletas de basura debido a las huelgas, que involucraban el servicio de recolección. Esta es una situación no ordinaria en Francia y terminará junto con las huelgas, pero, en el Perú, la falta de sistemas de disposición de residuos sólidos afecta a miles de localidades todos los días del año. Ello obliga a los habitantes a hacer con la basura generada lo que puedan, como echarla a campo abierto (lo cual incluye lanzarla a las carreteras en concesión, cuyos operadores tienen que recogerla para mantener los estándares de servicio pactados), amontonarla o quemarla en lugares improvisados, como la esquina de cualquier calle. Esta es una práctica común, incluso de muchos municipios, que, a falta de rellenos sanitarios apropiados, llevan la basura a botaderos ilegales o basurales, lo que genera peligrosos focos de infección.

¿De qué cantidades hablamos? En el Perú, aunque la cantidad realmente varía según la región y el hecho de ser urbana o rural, se genera un promedio de 800 gramos por habitante (en 2021 se generaban 21 mil toneladas diarias de basura).

Hace unos años comenzó a desarrollarse una aún limitada cultura de reciclaje que nos llevó a empezar a pagar por las bolsas de supermercado, algo impensable entonces. Las bolsas eran parte del servicio y la excusa de que ahora deben ser biodegradables llevó a cobrar por ellas (e igualmente el cobro desincentiva su uso).

Pero el esfuerzo para el tratamiento de la basura debe ser integral. Debe comenzar por el trabajo de las empresas para limitar la generación de residuos no aprovechables, fomentando la reutilización; seguido por un gran esfuerzo de las municipalidades distritales y provinciales para tener los instrumentos de gestión de residuos sólidos, incluyendo su recolección y disposición final en lugares apropiados; y finalmente por un compromiso de la ciudadanía para generar desde el hogar prácticas que faciliten el manejo adecuado de la basura.


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