Hoy se celebra un nuevo aniversario de la Independencia del Perú. Un 28 de julio que en la postal del país nos retrata con una presidenta que llegó a Palacio en reemplazo de un golpista y que se sostiene en el poder gracias a un tejido desigual entre deberes patrióticos e intereses parlamentarios.
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Pero este es un día que debemos encarar con el orgullo de una nación libre e independiente, tal cual rezaba el discurso con que José de San Martín anunció nuestro nacimiento como república. Una república hoy todavía con promesas incumplidas y tareas pendientes, desde luego, pero ya enfilando hacia su destino.
Esa debería ser la reflexión central de esta nueva efeméride patria. Y es que los peruanos solo seremos totalmente dueños de nuestro destino si aprendemos a votar mejor, a bascular cada alternativa electoral analizándola a fondo, evitando que nos encandilen con promesas irrealizables o pintándonos realidades extremas y sin salida.
Entendámoslo: el Perú es un país de emprendedores, de migrantes provincianos que un día abandonaron sus tierras para labrarse un futuro mejor y dejar atrás la pobreza. Justamente para cambiar y apropiarse de su destino en base al esfuerzo y al trabajo duro. El Perú es el país de la gastronomía, de una cocina premiada internacionalmente y que sigue asombrando a comensales de todas las nacionalidades. El Perú es el país del paisaje milenario y el poseedor de una de las siete maravillas del mundo moderno.
El Perú es el país del pisco y la papa, el país de la megadiversidad natural merced a sus 39 ecosistemas, que lo convierten prácticamente en el almácigo del planeta, el Perú es el mar de Grau y sus generosos frutos, conocido también por la magnificencia de sus olas, que atraen año a año a miles de deportistas y turistas a sus playas. El Perú es el país de los inmensos bosques tropicales en la Amazonía y de los vastos bosques secos, que salpican su franja costera.
Y si sumamos todo ello al legado de las primeras culturas que poblaron este territorio antes del dramático encuentro con Occidente, podemos decir entonces que el Perú es un país de mestizos y de mixturas y que la grandeza del Perú prevalecerá sobre sus lastres históricos, sobre sus coyunturas adversas y sus tragedias climáticas. Porque los peruanos sabemos crecernos al castigo y, pese al castigo, más temprano que tarde nos adueñaremos de nuestro destino.