Pasar caleta

En Perú hemos llegado a un mediocre equilibrio político en el que exigimos poco al presidente Vizcarra y los premiamos con una alta aprobación. Ante ello, este no tiene ni tendrá incentivos para emprender políticas públicas significativas de acá hasta el fin de su mandato.

Según la encuesta publicada en Perú21 esta semana, Vizcarra alcanza una aceptación del 58%. ¿Cómo entender este respaldo aun luego de que salieran a la luz investigaciones por corrupción que llegan a tres de sus ministros, repunta la violencia contra la mujer y la delincuencia común sigue al alza?

La situación se torna más preocupante considerando que en pocos meses la atención ciudadana se desviará a la contienda electoral del 2021, y las deficiencias del presidente pasarán todavía más “caleta”. Si su objetivo es llegar con una aprobación arriba del 50% a julio de 2021, la tiene fácil. Basta con sostener el discurso de lucha anticorrupción y de cuando en cuando soltar una medida para la tribuna, como el retiro de seguridad para congresistas o la creación de brigadas para delincuentes extranjeros.

Hubo ciertos anuncios post-disolución que planteaban reformas ambiciosas, como la ampliación del Seguro Integral de Salud a 4 millones de peruanos, o el abaratamiento en el acceso a medicinas. Sin embargo, poco se ha avanzado en estos frentes, y en sus últimas apariciones el presidente ni siquiera se ha referido a estas iniciativas. ¿Para qué construir capital político si al final no se invertirá en algo significativo? Si la apuesta es quedar en buena posición para el 2026, la estrategia es pobre. En 6 años nadie recordará la aprobación del último mes. Lo que perdura es el legado de reformas ambiciosas. Estas requieren coraje y liderazgo (que Vizcarra ha probado tener antes), pero también una ciudadanía que las exija y no premie la mediocridad.

“¿Para qué construir capital político si al final no se invertirá en algo significativo? Si la apuesta es quedar en buena posición para el 2026, la estrategia es pobre”.