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[OPINIÓN] Rafael Belaunde Llosa: “Llenemos el vacío”
Bajo el sistema actual de listas, los congresistas no están sometidos a ningún control ciudadano y, a la sombra de una cabeza de lista popular, pueden llegar al Parlamento todo tipo de personajes cuestionables.
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Presidentes, gobernadores regionales, alcaldes y ministros presos, congresistas violadores, colaboradores de mafias y vividores, que cercenan el sueldo a sus trabajadores, han dejado de ser casos excepcionales para convertirse en episodios recurrentes en la política nacional.
¿Qué ha ocurrido en el Perú, en las últimas décadas, para que la política convoque cada vez a peores personajes?
La desaparición fáctica de partidos políticos sólidos con homogénea ideología interna, cuadros formados, arraigo popular y la capacidad de intermediar el sentir de la población explica buena parte del problema. Hoy en día, los partidos políticos con dueño, cuyo símbolo es la letra con la que empieza el nombre del dueño del partido, que es a su vez la extensión de una actividad comercial, reflejan el deterioro de un sistema político agotado y evidencian la urgencia de una profunda reforma.
La reforma debe comenzar por devolverle el poder al elector, en desmedro de la burocracia electoral que actualmente ha construido un sistema lleno de cuotas, prerrequisitos, normas y procedimientos diseñados para encorsetar la voluntad popular. Parte del empoderamiento del elector pasa por cambiar la forma en la que se eligen los congresistas.
En el Perú tenemos congresistas, pero no representantes. Mi propuesta es que debemos ir a un sistema de circunscripciones uninominales, donde cada 150,000 electores tengan un representante elegido específicamente por ellos, donde el elector puede exigirle a su representante rendir cuentas sobre sus actos y donde sus antecedentes y trayectoria son factibles de ser escrutados.
Bajo el sistema actual de listas, los congresistas no están sometidos a ningún control ciudadano y, a la sombra de una cabeza de lista popular, pueden llegar al Parlamento todo tipo de personajes cuestionables. Concomitantemente, con esto, urge el retorno a la bicameralidad, con un Senado, elegido por distrito electoral único, que revise y pondere bajo una mirada nacional lo aprobado por la Cámara de Diputados. De este modo, los nombramientos de altos funcionarios, ratificación de ascensos militares y de nombramiento de embajadores también podrían pasar por acá.
El empoderamiento del elector, el fortalecimiento de los partidos políticos y devolver el prestigio al Congreso son pilares del sistema democrático. No hay democracia sin Congreso y, por más que reditúe en un aplauso fácil atacar al Parlamento, es imperativo esforzarnos en devolver a esta institución (hoy, merecidamente, desprestigiada) los brillos que alguna vez tuvo.
En política los espacios vacíos siempre se llenan. En la medida en que la política sea una actividad repelente para la gente proba y preparada, el espacio vacío será cubierto por facinerosos, embusteros y mercachifles, y tendremos políticos con prontuarios en vez de currículos.
Al margen de la orientación ideológica, de izquierdas y derechas, es momento de convocar a los mejores y reencaminar la política nacional.
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