Paolo y la magia

1. De pronto todo cambió. La expresión de las personas que iban apiñadas en los micros rumbo a su trabajo dejó el rictus y tedio de siempre por un rostro sonriente y una expresión amable con los demás pasajeros acostumbrados a transportarse apachurrados como las sardinas en su lata. Las miradas opacas, expresión del cansancio y el aburrimiento que se perdían en el vacío, de pronto adquirieron un brillo que buscaba encontrarse con las de cada uno de los pasajeros, buscando transmitirse la alegría individual y convertirla en una colectiva. ¡Paolo Guerrero va al Mundial! ¡Sí se pudo!

Ha sido una larga lucha. Tenaz la voluntad del capitán de la selección y justo el reclamo como la protesta ciudadana que lo acompañó en toda su travesía. Ya es una victoria, que fortaleciendo el espíritu deportivo de los seleccionados merecerá pasar a la historia ya no solo del fútbol y deporte peruanos sino de la perseverancia que logra hacer posible lo que para la mayoría parecía imposible. La alegría supera ya el ámbito de nuestro resultado en el campeonato mundial en Rusia. La justeza de la lucha y la limpieza y actitud de Paolo la ha transformada en un triunfo con sentido de patria.

2. Solo la magia del fútbol puede conseguir lo anterior. Particularmente en nuestro Perú actual, donde el pesimismo, el aburrimiento, la desilusión y, en algunos momentos, el asco y la repulsión que nos generan las noticias de la violación de menores y la corrupción que anida en nuestra política nos ha acostumbrado a la desconfianza permanente y siempre mirar a nuestro país envuelto en múltiples oscuridades.

En las actuales circunstancias, los triunfos de la selección han permitido crear una verdadera ilusión colectiva (Gareca hizo lo suyo), tan grande como la desilusión que acompaña a nuestra política. Basta recordar los rostros en la cola de quienes votan en las elecciones.