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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “País posible”
“Ojalá podamos reservar un tiempito para pensar como Basadre sobre cómo podemos ser un País Posible. Pese a todo el desencanto, el pesimismo y la amargura de tiempos pasados”.
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Se acerca el fin de año y se hace necesario que, junto con nuestro balance sobre nuestras vidas y proyectos personales, se reflexione sobre el país. Según el INEI, la corrupción y la delincuencia continúan siendo los principales problemas que afectan a los peruanos. Les siguen los bajos sueldos, el aumento de precios, la pobreza, la falta de seguridad ciudadana y la falta de empleo. En el reciente Barómetro de las Américas, es alarmante que el Perú sea uno de los países que menos apoya la democracia y uno de los tres más insatisfechos con ella. En la medición de la confianza en las instituciones le va pésimo y, en cuanto a la economía, es uno de los tres más pesimistas. Seis de cada diez jóvenes tienen intenciones de irse a vivir o a trabajar a otro país en los próximos tres años, según el IEP. Un país sin esperanza para los jóvenes, además de la fuga de talentos, es una señal de que vamos por mal camino. Son tiempos de polarización política en los que cada vez es más difícil encontrar espacios de diálogo que permitan un ejercicio democrático de trato respetuoso y de cordialidad cívica entre voces discrepantes. La diatriba, la virulencia se impone. El 2023 parece dejarnos el sello de que la política es impracticable, imposible, que no tenemos remedio y que solo queda huir de este país sin oportunidades.
Detenerse hoy a pensar en el Perú no es fácil, y mucho menos a partir de allí dialogar y reflexionar con otros, más aún si tienen ideas diferentes. Hay muchos libros actuales, pero quizás valga la pena recomendar para un proceso de reflexión de fin de año el famoso ensayo del historiador de la República Jorge Basadre, “Perú: problema y posibilidad”. Son tiempos distintos, pero la tarea en sí misma de detenerse a pensar en el país en tiempos convulsos y legarnos este ensayo cobra vigencia, al margen de las diferencias ideológicas. Allí nos dice que “Problema es, en efecto y por desgracia, el Perú; pero también, felizmente, posibilidad”.
Basadre era consciente de que había razones para dudar que sugerían pensar, más bien, que somos un País Imposible. Señalaba, por ejemplo, que carecemos de grandes victorias, que el Perú es país de espíritus turbios, que marcha entre la atonía y el estallido, que “nuestra historia es propicia a dos clases de sugestiones literarias: la del panfleto o la de la novela de aventuras”. ¡Cuánta coincidencia! La pobreza, la falta de integración, la corrupción y la incapacidad del Estado para abordar los problemas nacionales le preocupaban sumamente. Siempre estaba exhortando a pensar que “el Perú con todos sus males y sus amenazas ha sobrevivido como si su mensaje aún estuviera por decir, como si su destino aún no estuviese liquidado”.
Es recurrente que su ensayo mencione algo que decimos hasta hoy y es que el Perú no es una realidad definitivamente consumada, que “la síntesis social peruana no se ha realizado aún”, y en ese sentido no deja de proponer la necesidad de un gran esfuerzo nacional, y de advertir que es necesario ver no solo lo que hemos sido, sino también lo que no hemos sido. Que hay que mirar el pasado, pero con amor por el porvenir.
Pero, ¿qué y cómo es este País Posible en el cual Basadre nos invitó a pensar hace casi cien años? Para mí, es aquel en el que una sociedad y un Estado son respetuosos con la libertad y los proyectos de vida de millones de peruanos, donde el poder puede ser limitado por los ciudadanos a través del Estado de derecho y de los valores democráticos. Donde la política puede resolver las diferencias sin llegar a la violencia. Donde los ciudadanos se tratan con cordialidad cívica, y la política está al servicio de las personas y no para aprovecharse de ellas, ni de sus esperanzas, ni de su trabajo. Ojalá podamos reservar un tiempito para pensar como Basadre sobre cómo podemos ser un País Posible. Pese a todo el desencanto, el pesimismo y la amargura de tiempos pasados. ¡Feliz y posible 2024!
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