[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Los jóvenes y la democracia”. (Foto: Andina)
[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Los jóvenes y la democracia”. (Foto: Andina)

En la sociedad civil algunas organizaciones y personas conversamos sobre el rumbo que llevará nuestro país si la ciudadanía no participa activamente para contrarrestar esas corrientes autoritarias de izquierda y derecha que son vistas con buenos ojos y políticamente viables. Los espacios de diálogo entre diferentes tendencias democráticas donde se reconoce la importancia de la libertad, la democracia, el desarrollo, la confianza y la institucionalidad parecen cada vez más escasos. La política de hoy en el Perú ahuyenta a las buenas personas y a los buenos profesionales.

En el documento “Perú: Percepción Ciudadana sobre Gobernabilidad, Democracia y Confianza en las Instituciones” del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y basado en Encuesta Nacional de Hogares sobre condiciones de vida y pobreza, nos muestra que entre octubre 2022 - marzo 2023 el 71% de la población opina que la democracia en el Perú funciona mal o muy mal, y la mayoría refiere que es por los políticos.

La desconfianza es una mala señal, si nadie confía en nadie la consecuencia será el deterioro democrático y alejarnos de las posibilidades de desarrollo. ¿Cómo evitamos esa situación en un país que no confía en la institucionalidad y en el modelo democrático? Creo que primero reconociendo el problema y asumiendo que el fortalecimiento democrático pasa por el fortalecimiento de la ciudadanía, específicamente. Y con esperanza creo que en el fortalecimiento de los valores democráticos entre los jóvenes hay un reto importante.

En el Perú los jóvenes entre 15 a 29 años de edad representan aproximadamente un cuarto de la población total según un reporte a 2019 de la Secretaría Nacional de la juventud (Senaju) basado en fuentes del INEI del censo de 2017, es decir son aproximadamente 8 millones de peruanos que se encuentran en esta etapa. En cuanto a la posición de los jóvenes frente a la posibilidad de integrarse a una organización para la participación en diversas actividades, los resultados arrojan bajos niveles de participación en grupos, organizaciones y/o asociaciones. No llegan ni al 10% entre 2016 y 2018. Y según el reciente diagnóstico exploratorio de la Senaju sobre las organizaciones juveniles en el Perú, la tendencia es a la baja marcando 5% en 2021, lejos de la meta de la Política Nacional de la Juventud a 2030 que debe alcanzar un 10.5%.

La percepción y la confianza de la población joven hacia los gobiernos subnacionales resulta también muy baja, solo alcanza porcentajes de 1.2%, 2.1%, y 2.0% en sus gobiernos regionales, provinciales y distritales, respectivamente.

Según el Informe Nacional de Juventudes de 2021, las personas jóvenes reportan una tendencia de percepción más positiva sobre la importancia que tiene el sistema democrático en la vida de las personas y el desarrollo de las sociedades en comparación con la población total, sin embargo, la percepción sobre su funcionamiento óptimo es bajo.

La información muestra que hay mucho por hacer para cambiar esa tendencia hacia la baja en la participación y confianza de los jóvenes en sus instituciones y en el funcionamiento de la democracia. El desencuentro entre la población juvenil y los asuntos públicos se puede superar, pero hay que empezar a hacerlo porque no alcanzan los esfuerzos.

Es alentador ver que luego de la pandemia van apareciendo eventos de cientos de jóvenes, y por ejemplo este fin de semana me interno en un programa pequeño de educación democrática de jóvenes llamado “Universidad de la Libertad” que realiza su edición 13 y del cual formo parte. No somos muchos, pero cerrar esta columna escuchando en sus presentaciones sobre el Perú con el que sueñan es esperanzador. Ojalá miremos desde el sector privado y público el tremendo potencial que tienen los jóvenes para transformar un país.

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