"El JNE debió negar su inscripción, y por ello se ha ganado a pulso la posibilidad que destituyan a su presidente".
"El JNE debió negar su inscripción, y por ello se ha ganado a pulso la posibilidad que destituyan a su presidente".

Es lamentable la respuesta pública del presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Jorge Luis Salas Arenas, respecto de la inscripción del partido político de Antauro Humala, cuando se le ha cuestionado que haya permitido su inscripción siendo una organización abiertamente antidemocrática. Estamos graves si nuestras instituciones y funcionarios no pueden razonar y hacer prevalecer la Constitución ante candidatos y proyectos políticos que amenazan socavar las mismas bases de la democracia.

Es razonable que la ciudadanía haya tomado las declaraciones de Salas Arenas como insultos a la inteligencia cuando intentó desligar la figura e ideología de Antauro Humala de la agrupación política Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros, cuyo acrónimo se lee y se pronuncia A.N.T.A.U.R.O. Es ignorar la realidad y negarse a considerar hechos que son públicos como que la estructura partidaria de esta organización está subordinada al líder etnocacerista, y que se trataría de personas que han participado en el ‘Andahuaylazo’ que purgaron condenas similares. Ha obviado que Antauro Humala no se ha arrepentido, sino que ha expresado orgullo de los asesinatos y rebelión por los que fue condenado. Tampoco ha querido mirar que su discurso se basa en la violencia y que amenaza con fusilar políticos y homosexuales, y que ha expresado su plan de burlar el sistema con graves afirmaciones como estas: “Vamos a jugarle al Estado putrefacto, con sus reglas putrefactas, y le pensamos ganar en su cancha… Vamos a competir con las reglas del enemigo, con la filosofía de transformar el Estado por dentro en tanto no pudimos demolerlo desde fuera”.

Luego Salas Arenas ha intentado confundir a la opinión pública señalando que el JNE no puede declarar la ilegalidad de un partido, eso es cierto, pero eso se refiere a después de que ha sido inscrito y lo que se le cuestiona a esta institución es que haya dejado inscribir un partido antidemocrático sin hacer una interpretación del riesgo para el orden constitucional que representa la fundación, ideología y liderazgo de esa organización política habiendo tanta evidencia como fundamenta la denuncia constitucional que ha presentado el congresista Alejandro Cavero.

El JNE no está siguiendo el mandato constitucional de velar por el cumplimiento de las normas sobre organizaciones políticas, ya que es de conocimiento público el vínculo entre el partido Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros y Antauro Humala, y en ese sentido esta organización no cumpliría con el artículo 2 de la Ley de Organizaciones Políticas que señala que “son fines y objetivos de los partidos políticos asegurar la vigencia y defensa del sistema democrático, y contribuir a preservar la paz, la libertad y la vigencia de los derechos humanos”.

El JNE debió negar su inscripción, y por ello se ha ganado a pulso la posibilidad que destituyan a su presidente. Hecho el daño, a corto plazo le toca a la Corte Suprema de Justicia resolver, pero no deja de ser preocupante que una institución electoral no haya podido contener esta propuesta autoritaria. A mediano plazo le toca al Congreso poner límites y mientras tanto a la ciudadanía también le toca hacer su trabajo. Algunos creen que se le debería dejar competir a esta organización y que sea la mayoría quien la rechace, pero en el Perú con poco soporte para la democracia y descontento con su funcionamiento, y con buena parte de la ciudadanía que confunde firmeza para gobernar con autoritarismo, eso sería tremendo error. La democracia tolera la pluralidad y la crítica de candidatos y partidos políticos, pero estos deben sujetarse a la Constitución. El Estado de derecho está para poner límites a proyectos autoritarios y para eso está el artículo 2 de la Ley que ha ignorado el JNE, para evitar que organizaciones como A.N.T.A.U.R.O. se aprovechen de las formas y terminen en el fondo destruyendo el sistema democrático. La democracia no debe ser ingenua.