"Ella misma nos muestra que no es capaz de identificar y preocuparse por los problemas de fondo del país, sino por tratar de dar la imagen de que es una presidenta exitosa con reuniones y espaldarazos importantes...". (Foto: Presidencia de la República)
"Ella misma nos muestra que no es capaz de identificar y preocuparse por los problemas de fondo del país, sino por tratar de dar la imagen de que es una presidenta exitosa con reuniones y espaldarazos importantes...". (Foto: Presidencia de la República)

Lamentable que la presidenta Boluarte diga en un foro para líderes de la Alianza para las Américas para la Prosperidad Económica (APEP), que el “Perú ahora está en calma, en paz luego de aquel golpe de Estado del 7 de diciembre”, sobre todo porque ya venía siendo criticada porque consideraban que su viaje a Estados Unidos era innecesario y una muestra de su desconexión con los problemas cotidianos, lo que la mostraba como más preocupada por viajes superfluos, cuando la economía y la falta de seguridad apremian a los peruanos.

De todas maneras, hay allí una estrategia de cierto sector de izquierda para tratar de ridiculizar cada vez que Boluarte viaja queriendo hacerla quedar como una mandataria marginada internacionalmente con la que ningún líder relevante quisiera juntarse, pero lo cierto es que los funcionarios, asesores y aquellos que están a cargo de su agenda internacional y, por supuesto, ella misma, están haciendo el trabajo sustancial para que la estrategia para desacreditarla funcione. Y ella misma nos muestra que no es capaz de identificar y preocuparse por los problemas de fondo del país, sino por tratar de dar la imagen de que es una presidenta exitosa con reuniones y espaldarazos importantes, y esto último es lo más grave para los peruanos porque revela que tenemos una presidenta y un primer ministro en estado de negación de los problemas que solo repiten que están en paz y calma y creen que están haciendo las cosas bien cuando no es así. Y no hay nada más dañino para resolver un problema que no reconocerlo, no identificarlo bien o minimizarlo.

Participar en una reunión para la prosperidad económica debería ser deseable porque una agenda bien llevada siempre va a beneficiar al país, porque para eso son esas reuniones. Sin embargo, ya hemos visto al Gobierno preocupado por maquillar la forma en vez de preocuparse por el fondo cuando publican una reunión bilateral con el presidente Biden cuando posiblemente se trataba de un breve encuentro dentro de un evento al que asisten varios líderes. Allí viene la justa crítica que corresponde si sacudimos la parafernalia dirigida a ridiculizarla haga lo que haga.

Entonces, tanto el premier Otárola como la presidenta parecen en un estado de negación de la realidad. Repiten constantemente que han evitado que el país se desborde después del golpe y creen que eso les da crédito suficiente para seguir operando sin soluciones profundas a los problemas que nos afectan. Por eso el premier en la entrevista con Milagros Leiva señala: “Hemos logrado poner por delante la paz y tranquilidad para treinta millones de peruanos.” De verdad creen que ello es crédito suficiente para seguir gobernando a la deriva sin abordar, por ejemplo, de forma más estructural y técnica la inseguridad del país. Los ciudadanos con justa razón perciben que decir que estamos en calma y en paz es una burla. Como señala el exministro del Interior Carlos Basombrío, estamos ya ante un premier que agotó su crédito (El Comercio, 3.11.2023). Creo que van a aparecer más voces que le daban algo de crédito en ese sentido. En mi criterio preocupa, además, que minimice los problemas con esas ínfulas de triunfalismo de creer que está haciendo las cosas bien, teniendo el desatino de señalar que es muy pronto para hablar de fracaso del estado de emergencia y que eso va a tener que evaluarse cuando concluyan los sesenta días de la medida. Desde un pedestal también, el premier en una entrevista con Philip Butters dijo: “tenemos serios problemas económicos y con la seguridad ciudadana, pero estamos felizmente en un entorno democrático y de respeto del Estado de derecho”. Minimización preocupante porque omite que los problemas económicos y la inseguridad son caldo de cultivo para autoritarios, que amenazan la libertad y son factores que también doblegan la democracia. La inseguridad asusta, pero asusta más que los responsables de resolverla no tengan idea de cómo hacerlo y que estén a la deriva en una mezcla de estado de negación y vanidad, usando medidas cosméticas y populistas sin abordar seriamente los problemas de fondo.

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