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[Opinión] Sonia Chirinos: “Miguel Hernández”
[Opinión] Sonia Chirinos: “Miguel Hernández”.
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Se acaban de cumplir 80 años de la muerte del poeta español Miguel Hernández.
Nació en Orihuela, pequeña localidad alicantina a la que hizo universalmente famosa con la Elegía a su amigo Ramón Sijé: “En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé con quien tanto quería”.
Creo que la hermosura y el dramatismo que destilan estos versos solo son comparables a las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.
Toda efeméride es excusa para repasar la biografía del personaje. Pero además concurre en el caso de Hernández una razón especial: la influencia de la guerra en su vida y obra.
Muchas injusticias sufrió, precisamente por causa de la guerra civil española. La última, la muerte que le sobrevino preso. No pudo volver a ver a su adorada Josefina. Ni a su hijo a quien dedicara la más tierna de las poesías dirigida a un infante.
De origen humilde, fue pastor de ovejas. Cómo de ese entorno pasó a ser el gran poeta que fue, es tan misterioso como que Rubén Darío desde la calurosa León de Nicaragua, rodeado de cisnes imaginarios y cubierto de armiños imposibles, revolucionara la poesía castellana.
Hay otras coincidencias que me importa destacar. Conoció a César Vallejo. Ambos de origen humilde, y de localidades remotas, hicieron del uso del idioma castellano, su mejor arma de expresión.
Era casi obligado que los embates de la guerra quedaran reflejados en su poesía. A Vallejo se debe el España aparta de mi este Cáliz. A Hernández, Tristes guerras tristes y El hombre acecha.
Vallejo y Hernández se conocieron. Se preguntan muchos si además el uno influyó en la poesía del otro. Probablemente no. O sí. Tanto da. A ambos se deben las mejores construcciones poéticas en contra de la guerra. Y a favor del amor.
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