[Opinión] Sonia Chirinos: “El escándalo Djokovic”

Cuando Europa y el resto del mundo vuelven a sufrir una embestida sin igual, aunque distinta de las anteriores, en cuanto a número de muertos, estas extravagancias claman al cielo. Y nos obligan a repensar la cuestión de si en nombre de la libertad estamos cayendo en ridículas interpretaciones.

Macron, el presidente francés, escandalizó a algunos franceses al desear “lo peor” a aquellos que no se vacunan. “Vamos a fastidiar a los negacionistas todo lo que sea posible”, dijo en frase que revela su humana indignación. Quizás algo impropia de un estadista. Pero clara.

Francia está decidida a imponer la vacuna. Respuesta de una nación que tiene claro que no hay libertad ni igualdad posibles, y mucho menos fraternidad, en el mundo de los egoístas que optan por la no vacunación.

En Italia será obligatoria para los mayores de 50 años. Alemania se lo piensa. En España no ha habido necesidad de debate: prácticamente todos nos hemos vacunado. Y, lo más importante, políticos y sanitarios decidieron conjuntamente que los niños, que veían peligrar la vuelta al cole una vez pasadas las fiestas navideñas, volverán a sus clases presenciales. Qué menos. ¡Y qué necesario! Esto se puede hacer porque, en el fondo, hemos de acostumbrarnos a vivir con la pandemia; sin olvidar tomar las debidas precauciones, y haciendo caso a las decisiones de cada país en la materia. Aunque seas número 1 del tenis mundial.