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[Opinión] Richard Arce: Sin urea y tampoco combustible
La incapacidad de un gobierno, que además tiene serias acusaciones de corrupción, empieza a pasarnos factura con consecuencias muy duras. Finalmente, se cayó el cuarto proceso de compra de la urea, lo que demuestra una increíble negligencia. Pero hay otro problema más grande y es la escasez de combustible, que esta semana ha generado suma preocupación a nivel nacional porque, por primera vez en décadas, no hay gasolina e inclusive diésel.
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La incapacidad de un gobierno, que además tiene serias acusaciones de corrupción, empieza a pasarnos factura con consecuencias muy duras. Finalmente, se cayó el cuarto proceso de compra de la urea, lo que demuestra una increíble negligencia. Pero hay otro problema más grande y es la escasez de combustible, que esta semana ha generado suma preocupación a nivel nacional porque, por primera vez en décadas, no hay gasolina e inclusive diésel.
No estamos hablando de un país bananero o una republiqueta, es el Perú. No recuerdo un antecedente parecido; ahora la población tiene que soportar el incremento de los precios y la especulación característica en estas circunstancias.
El problema es que con combustible se mueve toda la economía del país, literalmente, y ante la no provisión de los grifos, no va a ser posible transportar toda la mercancía ni la movilización de las personas. Tenemos, además, sectores sensibles como los alimentos que por su naturaleza son perecibles, en su mayoría, y requieren indefectiblemente el combustible para sostener la cadena de suministro.
Aquí el problema está en Petroperú con el manoseo que ha hecho el gobierno de Castillo, en desmedro de su gestión corporativa, copando con impresentables los cargos de dirección y tratando de beneficiarse de la compra del biodiésel y respecto de lo cual ya existe una carpeta fiscal que incrimina al propio presidente.
Los bonos de Petroperú han sido calificados como “bonos basura”; eso significa que ya nadie va a invertir en la empresa estatal peruana y, por tanto, se pierden mecanismos de financiamiento rentables que garantizaban la provisión de combustible. Ahora se tiene que recurrir al presupuesto público para que financie hasta el capital de trabajo de la empresa.
Espero que aprendamos la lección: han quebrado la única empresa estatal que tenía potencial. Eso demuestra que los sueños de opio de Castillo y Cerrón nos están llevando a una catástrofe económica.
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