[OPINIÓN] Richard Arce: “Parques zonales, ¿clubes privados?”

Empieza el verano y el clima es propicio para disfrutar en familia o con nuestras amistades de la playa, sol y arena, pero lamentablemente también se van a poner de moda los casos de discriminación y clasismo absurdo, en pleno siglo XXI, cuando son lugares públicos de acceso libre. Por ende, no son propiedad de nadie.

Pero ya las redes sociales nos muestran los abusos que cometen algunas personas con ínfulas de propietarios de lugares públicos, como lo sucedido en las fiestas de Año Nuevo en Tacna, en la playa El Planchón, que incluyeron agresiones a una persona de la tercera edad, justamente por el hijo de un alcalde que se siente omnipotente y propietario de los espacios públicos.

Pretender privatizar estos porque le da la gana a un alcalde contraviene el derecho constitucional de todas y todos los ciudadanos de tener acceso libre a ellos y, además, trastoca la responsabilidad que tienen como autoridades para brindar espacios de esparcimiento de calidad.

Que hay responsabilidades para salvaguardar las condiciones mínimas, de limpieza, higiene y conservación del lugar público, nunca va a estar en cuestión, pero esto jamás puede ser pretexto para que se arroguen una propiedad del lugar público y tengan la prepotencia de expulsar a las personas hasta llegar al extremo de la agresión.

Lamentablemente, tenemos autoridades que se prestan a esta “privatización” y “exclusividad” de los lugares públicos, por ejemplo, con las actitudes de los burgomaestres de Renovación Popular, partidarios del alcalde de Lima, que han estado expulsando a las personas que hacen deporte, danza o música en un parque público.

Ahora López Aliaga sale con la pretensión de convertir los parques zonales en clubes metropolitanos. Esto es un atentado contra la libertad que tienen los ciudadanos de disfrutar los espacios públicos gratuitamente; Porky quiere que paguen membresía y mensualidad para tener una tarjeta de socio. Faltó que diga que serán zonas exclusivas para la gente de su clase, un despropósito desde todo punto de vista.

Yo no me imagino que, para estar en mis ríos, mis quebradas, bosques y montañas en mi tierra Apurímac, tenga que pedir autorización o una membresía para seguir disfrutando de la naturaleza, donde mis abuelos, mis padres y yo desde niño disfrutamos sin restricciones de la naturaleza pura. Son absurdas las pretensiones del incompetente alcalde de Lima.

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