"El problema son los estereotipos que se han creado en torno al valor y la importancia que tiene la educación con enfoque de género".
"El problema son los estereotipos que se han creado en torno al valor y la importancia que tiene la educación con enfoque de género".

La polarización que vivimos en el país es más notoria en estos tiempos, cuando se intensifica la imposición de agendas particulares de grupos radicales que aprovechan el poder que ostentan, por ejemplo, en el Congreso, para imponernos leyes o irse contra las reformas determinantes para el desarrollo del país como es la educación.

En democracia se llegaría a los consensos fruto del debate público y la exposición de ideas argumentadas, pero no, aquí es mero capricho y sobre todo se impone sobre la base de sesgos, animadversión y hasta creencias religiosas, cuando evidentemente vivimos en un país laico.

Y los temas recurrentes de estas imposiciones pretenden arremeter contra los derechos de las minorías, cuando hay un consenso mundial de que justamente el respeto a los derechos de las minorías es la base de la convivencia y armonía en la sociedad.

La educación con enfoque de género ha sido el objetivo de varios de estos grupos radicales de posiciones conservadoras, que ven con aberración cualquier intención de promover una educación inclusiva, de igualdad de oportunidades y de respeto entre varones y mujeres, que se debe transmitir a los niños y adolescentes para tener una sociedad más tolerante y que permita la convivencia en paz.

El problema son los estereotipos que se han creado en torno al valor y la importancia que tiene la educación con enfoque de género; en realidad estos sectores conservadores han distorsionado el término “género”, y lo asocian de manera peyorativa con una especie de “homosexualización de niños” o hasta de promover perversiones o concupiscencias.

Y ha sido este el argumento recurrente para irse contra los derechos de las minorías, como de los grupos LGTBI, con el pretexto de “las buenas costumbres”, “defender los derechos de los niños” y hasta supuestamente defender la vida, que en realidad oculta sus verdaderas motivaciones subrepticias, su homofobia, transfobia y hasta misoginia.

Temas como el aborto, la eutanasia y por supuesto el matrimonio igualitario y hasta la adopción de niños son controversiales y requieren un debate nacional, pero sobre la base del respeto y la tolerancia; no podría imponer mis creencias religiosas y mucho menos mis aversiones y estereotipos.

Todos protegemos a nuestros niños, en un país de violadores, pero los radicales no pueden distorsionar la narrativa para imponernos sus aversiones.

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