“¿Qué tan preparadas están las regiones para recibir un fenómeno de El Niño? La respuesta es que, lamentablemente, no mucho más preparadas de lo que estábamos en 2017”
“¿Qué tan preparadas están las regiones para recibir un fenómeno de El Niño? La respuesta es que, lamentablemente, no mucho más preparadas de lo que estábamos en 2017”

El norte del Perú fue severamente afectado en 1983 por el fenómeno de El Niño. Lo mismo sucedió en 1995 y 2017. Ciudades acostumbradas a recibir muy pocas lluvias, con precarios sistemas de alcantarillado y con ríos colmatados, pasaron a recibir significativos niveles de precipitaciones. Esto produjo inundaciones, desbordes, huaicos, caída de puentes, destrucción de carreteras, pérdida de sembríos y destrucción de la actividad económica.

Para mitigar estos efectos, se creó en 2017 la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC). Desde ese momento hasta la fecha, hemos tenido múltiples jefes, seis presidentes de la República e infinidad de ministros de Estado, pero de reconstrucción poco o nada.

Ya este año tuvimos al ciclón Yaku y el paso de un Niño Costero, ahora tenemos la alerta de un nuevo fenómeno para 2024. Es decir, desde que se creara la ARCC estamos por padecer un tercer evento climatológico significativo y la reconstrucción están aún por venir.

La primera reflexión a considerar es que la creación de una autoridad para reconstruir debe ser un organismo con un mandato definido en amplitud y en tiempo. Hoy, la ARCC terminó convirtiéndose en un nuevo organismo público, de duración indefinida, donde el gasto corriente se comió buena parte del gasto en inversión y los vicios de los organismos estatales aparecieron: S/11 millones en consultorías, 350 obras paralizadas por más de S/3,200 millones. Ante esto vemos —con indignación— la denuncia referida a los asesores del congresista Bermejo, que traficaban favores para la ejecución de obras de la ARCC en La Unión-Piura.

¿Qué tan preparadas están las regiones para recibir un fenómeno de El Niño? La respuesta es que, lamentablemente, no mucho más preparadas de lo que estábamos en 2017. En Tumbes, se discute y conforman mesas técnicas para definir las intervenciones en el río Tumbes. La autoridad local viene realizando trabajos en la avenida Tumbes y sus dos principales paralelas: Tarapacá y Arica. Sin embargo, el nivel de avance es muy pobre.

La situación en Piura no es mejor. Diversas asociaciones civiles, como “Inundaciones Nunca Más-PIURA”, “Vigilancia Ciudadana” y demás han advertido sobre el peligro de una crisis sanitaria por inundaciones y plantean concentrar esfuerzos en las obras más importantes del Plan Maestro Integral para el control de inundaciones de la cuenca del río Piura, posibles de ejecutarse en los próximos cinco meses, entre ellas: descolmatación del río, recuperación del ancho del puente Cáceres, aceleración de obras para la salida al mar, obras de drenaje y defensas ribereñas.

A todas luces, se cuenta con un detallado diagnóstico y Plan de Acción, contemplados en el Plan Maestro Integral; sin embargo, como en el resto del Perú de hoy, el problema no está en falta de diagnósticos o financiamiento; el problema está en la capacidad y velocidad de ejecución. Desde 1983, nos sigue lloviendo sobre mojado. ¡Tomemos acción ya!

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