"El Perú cuenta con una disponibilidad de agua dulce cercana a los 2 billones de m3 cada año; sin embargo, la costa, donde viven dos terceras partes de la población, únicamente tiene disponibilidad del 2% de ese volumen".
"El Perú cuenta con una disponibilidad de agua dulce cercana a los 2 billones de m3 cada año; sin embargo, la costa, donde viven dos terceras partes de la población, únicamente tiene disponibilidad del 2% de ese volumen".

El agua es un elemento vital para el desarrollo de la vida de las personas, para su alimentación, higiene y salud. Esto último es particularmente relevante en el caso de los bebés y niños, donde el acceso al agua de mala calidad genera severos estragos en su bienestar con consecuencias muy serias.

En el Perú nos encontramos en el último lugar en Sudamérica respecto del acceso al agua potable. Se estima que alrededor de 3.5 millones de peruanos carecen de este vital servicio. Si a ese número le sumamos las familias que, contando con conexión domiciliaria de redes de agua, la reciben por dos horas cada 15 días, esta cifra es de escándalo, revelando una situación inaceptable y atentatoria contra los derechos humanos, exponiendo un área en donde, como Estado y sociedad, hemos fracasado estrepitosamente.

El Perú cuenta con una disponibilidad de agua dulce cercana a los 2 billones de m3 cada año; sin embargo, la costa, donde viven dos terceras partes de la población, únicamente tiene disponibilidad del 2% de ese volumen. Ello explica en parte el problema; es decir, se deben hacer nuevas y más obras de captación, almacenamiento y trasvase de aguas, pero si vemos el resto del territorio nacional, donde vive el 33% de la población y donde se encuentra el 98% del agua disponible, gran parte de la población tampoco tiene acceso adecuado al agua potable. El problema, más que la abundancia o escasez del agua, es la falta de inversión y la calamitosa gestión de las empresas públicas que gestionan este servicio.

Lejos de convertir esta grave situación en parte del debate ideológico, debemos encontrar soluciones pragmáticas y eficientes, que resuelvan la inaceptable problemática actual. Profundas reformas deben hacerse para permitir la capitalización de las EMAPAs, para que estas puedan realizar las obras de infraestructura requeridas, paralelamente, con una reforma normativa para que dichas empresas se manejen con criterios técnicos y por profesionales competentes y dejen de ser un feudo/botín de la autoridad de turno.

Debe fomentarse también la proliferación de plantas desalinizadoras, que convierten el agua de mar en agua potable y colaboren así con incrementar la disponibilidad del recurso hídrico.

El agua es un derecho humano, pero para que ese derecho, escrito con tinta en el papel, se convierta en agua corriente en las casas de los peruanos, se requieren obras de inversión para la captación, almacenamiento, distribución y conexión domiciliaria del agua, así como del manejo serio de las empresas prestadoras del servicio, siempre fiscalizadas y supervisadas por Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass).

Dinero en el Estado para ello hay; capacidad para captar recursos del sector privado para ello, también. Decisión política y una mirada pragmática desideologizada son los recursos escasos que mantienen a millones de peruanos muriéndose de sed.

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