Milan Kundera en 1975, en París. El escritor checo llegó a adquirir la nacionalidad francesa. (Foto: AFP)
Milan Kundera en 1975, en París. El escritor checo llegó a adquirir la nacionalidad francesa. (Foto: AFP)

El escritor nunca se encuentra aislado de su contexto. No puede renunciar a él, lo persigue como parte inevitable de su destino. Ante el autoritarismo solo hay dos opciones: se le critica o se le cede. No son pocos los escritores que, para mantener una posición cómoda, deciden arrimarse a los autoritarismos. Pensemos en García Márquez quien, a pesar de ser un genio literario, apoyó al régimen de Fidel Castro hasta el último día de su vida. Mientras otros intelectuales como Vargas Llosa, Susan Sontag, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jean-Paul Sartre, entre otros, desafiaron al régimen después del Caso Padilla.

Kundera, a pesar de haber pertenecido al partido comunista de Checoslovaquia, fue expulsado dos veces por haber realizado actividades en contra de este, específicamente, por haber apoyado la Primavera de Praga, que fue un intento por democratizar el socialismo que terminó con la invasión militar por parte de la URSS. La primera novela de Kundera, La broma (1968), es una sátira al estalinismo y fue catalogada como una de las novelas del siglo. Naturalmente, esta publicación fue colocada en la lista negra y fue prohibida en Checoslovaquia.

República Checa inauguró una biblioteca dedicada a la obra de Milan Kundera en conmemoración de su 94º cumpleaños.
República Checa inauguró una biblioteca dedicada a la obra de Milan Kundera en conmemoración de su 94º cumpleaños.

La vida está en otra parte (1969) es una novela de humor negro sobre un poeta mediocre cuya desgracia termina por enternecer al lector. Al situarse la novela en la Checoslovaquia comunista, el autor hace una extensa reflexión sobre la libertad y el arte, algo que cayó mal al régimen. Después de aquella publicación fue expulsado definitivamente del partido comunista y, habiendo sido vetado de los principales trabajos, se ganó la vida temporalmente siendo un pianista de jazz. Publicó La despedida en 1972. Se exilió en Francia en 1975 y, tras la publicación de El libro de la risa y el olvido (1979), el régimen comunista de su país le quitó la nacionalidad, situación similar que viven actualmente los escritores nicaragüenses Gioconda Belli y Sergio Ramírez.

En 1984, Kundera publicó la que ha sido su obra más famosa: La insoportable levedad del ser. Con esta novela ganó el prestigio internacional. Desde entonces siempre apareció en las listas de nominados al Premio Nobel. Influenciado por la teoría del eterno retorno de Nietzsche, la novela se cuestiona si es que es posible repetir una y otra vez la historia. Critica los autoritarismos nazi y comunista. Debemos recordar que Checoslovaquia fue invadida por estos dos regímenes de manera consecutiva. De hecho, fue el primer país que Hitler tomó, incluso antes que Polonia. Después de la guerra, fue la URSS la que anexó el país al Pacto de Varsovia. La insoportable levedad del ser es un libro fundamental para entender no solo la historia checa, sino también los sentimientos de la opresión. Carlos Fuentes hizo un paralelismo entre Kafka y Kundera. Mientras que en la obra de Kafka el personaje amanece convertido en un insecto, en los libros de Kundera no es necesaria esa transformación porque son los hechos históricos los que se encargan de tratar a sus personajes como un insecto.

Francia le otorgó la nacionalidad en 1987. Después publicó La inmortalidad (1988), La lentitud (1994), La identidad (1998) y La ignorancia (2000), esta última trata de una pareja que regresa después de veinte años a su país de origen, de donde habían sido expulsados por circunstancias políticas, y se dan cuenta de que todo había cambiado. Después publicó La fiesta de la insignificancia (2014). Kundera empezó a escribir en francés desde la publicación de La lentitud. Recién en el año 2019 el autor recuperó su nacionalidad.

Milan Kundera en una fotografía del 2010. Durante toda su vida, el autor checo fue sumamente reacio a las entrevistas y la exposición pública. (AFP)
Milan Kundera en una fotografía del 2010. Durante toda su vida, el autor checo fue sumamente reacio a las entrevistas y la exposición pública. (AFP)

Finalmente, murió hace un mes sin haber recibido el Premio Nobel de literatura, pese a haber sido un candidato eterno a este (como Javier Marías). Es posible que, si Kundera hubiera sido más tibio políticamente, habría ganado el Premio Nobel, patrocinado por una academia que valora más los asuntos extraliterarios que la literatura en sí misma (por si no quedó demostrado con Bob Dylan). Es posible que sus temáticas de triángulos amorosos narrados desde una perspectiva varonil hayan asentado mal en una sociedad muy apegada al sentimentalismo, al ad hominem y a las etiquetas fáciles. Todo esto permea en un ámbito literario en el cual, lamentablemente, resulta muy fácil censurar autores por valores morales.

Milan Kundera fue un escritor valiente, que se enfrentó a los autoritarismos habiendo vivido en ellos, que prefirió su libertad intelectual antes que acostarse en las faldas del poder o hacer malabares desde una postura tibia. Es curioso que muchos de los que critican el autoritarismo son personas que lo han conocido de cerca. Es fácil ser un fanático autoritario, como los que abundan en el ámbito ‘intelectual’, desde un país democrático, con todas las libertades garantizadas. Difícil es hacer lo que hizo Kundera: enfrentar sin temor y pagar el precio de ser libre. Hoy, como Borges o Marías, engrandece la fila de los escritores cuyo premio ha sido convertirse, no en un producto de marketing editorial, sino en un maestro de la literatura universal.