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[OPINIÓN] Paul Montjoy Forti: Dios no está allí
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Los acontecimientos ocurridos entre Palestina e Israel (las otras dos religiones monoteístas), reviven el recuerdo de las guerras santas mezclado con la imposición de una política internacional que ha fracasado estrepitosamente y que ha convertido al oriente medio en el infierno terrenal. Ambos, el Israelita y el palestino, piensan tener la razón, desprecian al otro, lo creen inferior. Ellos, ambos, se saben dueños de la verdad, hijos del dios real, seguidores del profeta verdadero. Detrás de la guerra en la Franja de Gaza existe un factor religioso que no se puede pasar por alto porque toda religión es también una ideología. No existe mucha diferencia entre lo acontecido en el holocausto nazi, en el que se mataban judíos por creerlos inferiores, con la matanza de más de cuarenta bebés por parte del grupo terrorista Hamás, ni tampoco con la limpieza étnica que viene ocurriendo a estas horas en zona de guerra por parte de Israel (y esta es una preocupación de Naciones Unidas).
La idea de dios es central para entender el nuevo conflicto. Hamás es un grupo terrorista que practica un islam extremo que busca erradicar a quien no comparte la ideología. Israel, por su parte, ha sufrido un proceso de radicalización y conservadurismo de la política. Se ha visto, en videos que han recorrido el mundo, cómo grupos judíos radicales insultaban y menospreciaban a turistas católicos por profesar su religión. No se trata solamente de los intereses geopolíticos, también de una ideología religiosa que mueve aquellos intereses. Un latinoamericano pensará que aquellos pensamientos extremos están lejos de América Latina, pero no. Irán antes de 1979 era un país donde los derechos de las mujeres estaban medianamente protegidos, Irán hoy es un régimen autoritario en el cual, por motivos religiosos-morales, se puede matar a una mujer por no utilizar el velo de forma adecuada. En Afganistán, por motivos religiosos-morales, a las mujeres se le ha quitado el acceso a la educación. Es decir, las culturas de los países cambian, progresan o involucionan.
Deberíamos tener temor de aquellos políticos que mezclan los ideales políticos con los religiosos. Existe en el continente americano una ola de conservadurismo que partió desde los Estados Unidos, prohibiendo el derecho al aborto de las mujeres, prohibiendo la educación sexual de las escuelas, despidiendo profesores, y que ha contagiado al resto de países con candidatos y aspirantes que buscan segregar, marginalizar y diferenciar en lugar de buscar una convivencia común de los ciudadanos. Hoy es el medio oriente, mañana puede ser América Latina (no olvidemos que países como Venezuela apoyan abiertamente al grupo terrorista Hamas), ¿o no fue en Perú en dónde un grupo de ronderos castigaron a latigazos a mujeres acusándolas de brujería?
Dios, en teoría, es amor, compasión y perdón. Cuando observo lo que viene pasando en Gaza, un campo de aniquilación sin salida porque Egipto no ha abierto su frontera, cuando se asesinan, se secuestran y se matan inocentes que estaban bailando en un festival, celebrando la vida, cuando se escupe a otros seres humanos porque ‘su dios no es verdadero’, cuando en nombre de la religión se bota a los hijos de la casa por ser gays, cuando a la educación sexual se le llama adoctrinamiento sentenciando a miles de jóvenes a los embarazos prematuros y las ETS, cuando se maltrata, se abusa y se mata en nombre de una cruz, una luna o una estrella, nuevamente pienso en los copones vacíos, en las estatuas de yeso, en los cuerpos mutilados que abundan en las iglesias, plazas y casas. Dios no está allí.
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