(GEC)
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Continúa el desfile de constitucionalistas que se contradicen en su interpretación de la Carta Magna. Ahora están enfrascados en un nuevo debate: ¿puede o no puede Pedro Olaechea, presidente de la Comisión Permanente, presentar una demanda ante el Tribunal Constitucional contra Martín Vizcarra por la disolución del Congreso? Al margen de la discusión legal, ¿no era el mismo Olaechea el que poco después del 30 S le pidió dialogar al presidente para encontrar una manera consensuada para que se vayan todos? ¿Y también el mismo que cuando el mandatario propuso el adelanto de las elecciones generales durante su mensaje por 28 de julio le pidió una opinión a la Comisión de Venecia?

¿En qué quedamos? Si se podía encontrar un consenso, nos queda claro que fue el Congreso el que tiró a la basura la oportunidad.

Ahora Olaechea pretende que el Tribunal Constitucional, ese mismo colegiado cuya composición se apresuró en recomponer, impulsando una elección en tiempo récord, dirima la controversia. ¿Quién garantiza que acatará el fallo si es que la demanda es aceptada a trámite? ¿Este TC? ¿Con o sin Gonzalo Ortiz de Zevallos (su famoso primo)?

Puede que la “denegación fáctica” no exista, pero para una inmensa mayoría de peruanos, la confianza solicitada por el expresidente del Consejo de Ministros Salvador del Solar nunca se otorgó. Cómo olvidar las imágenes del entonces premier forcejeando para ingresar al hemiciclo cuando el respeto por la legalidad que hoy reclama el señor Olaechea fue lo que menos tomó en cuenta mientras dirigía la Mesa Directiva. ¿Acaso no fue él el que habló de cortesía cuando la Constitución le daba claramente la razón a Del Solar? ¿Y el mismo que priorizó la elección de los nuevos miembros del TC sobre el pedido del Ejecutivo? Preguntamos nomás.

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