(Foto: César Campos/GEC)
(Foto: César Campos/GEC)

Iniciamos un año nuevo con problemas viejos, en el bicentenario; el latinobarómetro nos calificó como un Estado fallido. Trabajo planificado, acuerdos y unidad son el camino, pero hemos permitido que la política se llene de actitudes que la envilecen, intereses que la utilizan y mediocres que la denigran.

Tenemos que exigir mínimos. La reforma política, NO para cumplir y aprobar algo que se modifica antes de cada elección, NO para asignar recursos para formación que luego se usan en campaña. REFORMA para tener partidos democráticos, con alternancia, sin cúpulas que digitan, con cuadros preparados que respondan por quienes los representan y nos den autoridades que tomen las mejores decisiones para el país.

Este será un año electoral y eso lo ha condicionado todo, quienes lo perdieron de vista pensaron que se podía gestar una vacancia a la mala, y eso le regaló tiempo a un gobierno inútil. La vacancia no se decide en frío con un cálculo previo. En este caso vaya que han dado razones. Silencio y oscuridad en los actos y conducta, designaciones escabrosas, actos delictivos y decisiones vergonzantes.

Hay mucho trabajo y necesidades y lamentablemente este gobierno no da la talla, que se apuren en reconocer sus límites y buscar ayuda o el grito de vacancia ganará las calles desde la dignidad y la razón, y entonces pretender victimizarse y, a partir de eso dividirnos, nos hará más fuertes.

¿Se puede buscar unidad y consensos en medio de este proceso electoral? no creo que para la elección, pero sí en temas de relevancia nacional, por lo menos entre quienes defendemos las libertades económicas y la justicia.

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Dejemos que la democracia se decante por los mejores y hagamos política para no dejarles espacio a quienes la usan y aprovechan nuestra falta de compromiso. Hagamos la tarea de estudiar planes y candidatos.

Los mínimos son la reforma política que procure buenas autoridades, en un debate serio que replantee y garantice la descentralización, servidores públicos de calidad, eficientes, honestos y bien pagados. La reforma de justicia en la que se soportan la seguridad jurídica y la competitividad, pero sobre todo el Estado de derecho en sí mismo. Garanticemos la libertad de expresión y la no persecución de periodistas.

La política es un deber, es sublime. Bien entendida, es entrega y servicio, es compromiso y solidaridad, es la posibilidad de cambiar las estructuras y tener el país que merecemos los peruanos, uno en el que la diversidad sea un valor y nuestra riqueza una oportunidad. Ya vieron lo que pasa cuando no nos hacemos cargo.

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