"La falta de claridad en la conducción política del Perú y la ausencia de señales contundentes que nos dirijan hacia un crecimiento sostenido nos pasan factura." (archivo: GEC)
"La falta de claridad en la conducción política del Perú y la ausencia de señales contundentes que nos dirijan hacia un crecimiento sostenido nos pasan factura." (archivo: GEC)

La falta de claridad en la conducción política del Perú y la ausencia de señales contundentes que nos dirijan hacia un crecimiento sostenido nos pasan factura. La nuestro rating de “BBB” a “BBB-”, ubicándonos en el límite del grado de inversión. Una menor calificación es como una mala nota por no hacer bien la tarea. Refleja mayor riesgo de invertir en el Perú.

Las clasificadoras lo han venido advirtiendo. Fitch aún nos tiene en “BBB” y Moody’s en “Baa1″, equivalente a “BBB+”, ambos con perspectiva “negativa”, lo que sugiere que tienen sesgo a una decisión como la de S&P.

La razón: la incertidumbre política, pues las métricas fiscales, si bien han sufrido un deterioro, lucen manejables. Pero esta razón no es nueva. Ya en su informe anterior (diciembre de 2022), cuando S&P cambió su perspectiva de “estable” a “negativa”, había advertido que “el impasse político es de larga data en el Perú”. Ahora, la calificadora espera que el complejo panorama político persista hasta las próximas elecciones de 2026. Considera que esta situación limita la capacidad del gobierno para aplicar políticas a favor de la inversión, a pesar de los precios favorables del cobre (+15% en lo que va del año).

La rebaja del rating es un llamado de atención a todos. Debemos mejorar la conducción política y también elegir mejor a nuestros representantes.

La perspectiva “estable” asignada refleja la expectativa de un crecimiento moderado (2.7% para este año, superior al consenso del mercado de 2.4%), un déficit fiscal de 2.6% del PBI, superior a la meta oficial (2% del PBI) y al 1.9% previsto en la revisión anterior, y un ratio relativamente estable de la deuda pública (alrededor de 30% del PBI).

La reacción del mercado ha sido moderada, tal vez porque la noticia no es sorpresa, y en algún grado ya venía siendo descontada. El tipo de cambio reaccionó inicialmente, pero continúa oscilando alrededor de S/3.75 con un volumen similar al de días previos y sin demandas significativas de coberturas cambiarias; la bolsa de valores incluso subió 1%, en línea con el mayor apetito observado en las bolsas de la región. Los movimientos de los bonos fueron marginales, mientras que el deterioro de la percepción de riesgo fue menor al esperado. Un evento similar en el pasado habría mostrado reacciones más significativas. No obstante, luego de estas decisiones, usualmente hay efectos de segunda vuelta sobre el rating crediticio de empresas peruanas con calificaciones similares a las del país, las cuales también serían revisadas.

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