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En los ministerios de Cultura, Turismo y Ambiente ni siquiera deben saber que existe un plan de reordenamiento de Machu Picchu, que haría más fluido el acceso, incrementaría la capacidad de visita y preservaría mejor la llaqta, señala el columnista.
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Hace un par de días, otra huelga más bloqueó el acceso a Machu Picchu, dejando varados a 3 mil turistas que en muchos casos debieron caminar horas buscando cómo salir. Y truncando la visita de otros 3 mil que, boletos en mano, se quedaron con los crespos hechos. Mientras sucedía este caos, el ministro de Turismo estaba en Las Bambas, Apurímac. ¿Qué hacía metido en un conflicto de otro sector, en lugar de estar en Cusco? Lo mismo se preguntaba el ministro de Energía y Minas, quien declaró: “No sé qué hace en Las Bambas”. De locos.
La problemática de Machu Picchu viene arrastrándose desde hace varios gobiernos. Pero mientras en gestiones pasadas se avanzaba lento, pero algo se hacía, en la actual lo único que hacemos es retroceder. Todos los funcionarios de carrera que tenían know-how ya no están. En los ministerios de Cultura, Turismo y Ambiente ni siquiera deben saber que existe un plan de reordenamiento de Machu Picchu, que haría más fluido el acceso, incrementaría la capacidad de visita y preservaría mejor la llaqta. Un plan que pudo haberse avanzado mucho durante la pandemia, cuando la ciudadela estaba cerrada.
Sin embargo, lo que tenemos es un gobierno que se pone del lado de los huelguistas, en lugar del lado del turista, que es el gran perjudicado. Que se llena la boca hablando de combatir monopolios donde no los hay, pero con un monopolio real como el de Consettur con los buses a Machu Picchu, ahí no se mete. Y con un ministro que, sabiendo que iban a bloquear el atractivo turístico más importante del país, se va a atender incendios ajenos. La verdad, no hay derecho. Justo cuando estamos en plena recuperación del turismo receptivo, tras los años durísimos de pandemia. ¿Qué mensaje da esto a los viajeros? No vengan; esto es tierra de nadie. El barco no puede seguir a la deriva, o toman las riendas o toman las riendas.
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