(Foto: Presidencia Perú).
(Foto: Presidencia Perú).

El famoso dicho de la sabiduría popular “tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe” sería el más oportuno para explicarle al gobierno de Pedro Castillo que la obstinación de danzar con los asesinos del pasado enerva a sus propios votantes (los antis) y, más aún, para quienes no fue una opción válida para darle al país un rumbo.

Llevamos más de un mes desde el agravio a la memoria histórica del país con la designación tres ministros con indudables vinculaciones con el terrorismo de los 80 y 90 de Sendero Luminoso y el MRTA. Los ministros cuestionados, lejos de mostrar humildad, vergüenza y arrepentimiento por su pasado, pese a los abrumadores indicios y evidencias que existen, no tuvieron mejor idea que aferrarse al cargo, literalmente con “garras y colmillos”.

Pedro Castillo, quien aún no se ha elevado a presidente, solo atinó a su “destreza” como viejo sindicalista y salir en televisión dando un “mensaje a la nación” de corte totalmente populista y así desviar la atención ciudadana del incendio político que lo está consumiendo.

En medio de los vientos de anarquía y a hurtadillas, el presidente saca su as bajo la manga y favorece la inscripción de la Fenate, permite entradas y salidas de gente del Movadef a Palacio de Gobierno y la PCM y copa más puestos estratégicos con personas de poca competencia profesional o especializada.

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Por su lado, Vladimir Cerrón y sus “dinámicas” redes corruptas han despertado la voracidad judicial para engullirlo prontamente en uno de los penales de alta seguridad. Al parecer, tuvo un periplo veloz por embajadas “amigas” (Cuba, Venezuela y Bolivia), aunque se conoce que le dijeron no ser bienvenido.

Que se cuide el presidente de los ríos de la indignación ciudadana, porque tanto tiempo provocándola, promoviéndola y alentándola con su “cántaro” de desaciertos y desgobierno, puede terminar por romperse sin que nada pueda hacer para evitarlo. Los ciudadanos, incluso los que votaron por él, se sienten estafados cuando ven a los “zombies” insepultos del terrorismo merodeando Palacio, aconsejándolo, tal vez gobernando.

No vemos luz al final del túnel del gobierno de Pedro Castillo, que poco a poco se va volviendo más desenfrenadamente rojo y, con toda seguridad, nos conducirá al despeñadero que costará 40 años en tratar de recuperarnos. Por eso, con absoluta responsabilidad, le digo al pueblo peruano que corresponde la vacancia y nuevas elecciones. ¡Sí se puede!

Lea todos los jueves a : José Luis Gil

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