La solidaridad ciudadana siempre ha estado presente en menor o mayor escala y por eso, hay que promover organización social independiente, señala el columnista. (Foto: Ejército Peruano / Facebook)
La solidaridad ciudadana siempre ha estado presente en menor o mayor escala y por eso, hay que promover organización social independiente, señala el columnista. (Foto: Ejército Peruano / Facebook)

En los últimos 50 años, el país ha soportado la furia de la naturaleza con fenómenos climáticos, sociales (terrorismo) y de salud (pandemia del COVID-19), entre otros. En todas las circunstancias hemos sido solidarios, nos levantamos, curamos las heridas y continuamos con nuestros caminos, trabajando y aportando para nuestras familias y el país. Tanto el fenómeno de El Niño Costero como el ciclón Yaku dejaron destrucción y dolor a su paso. No olvidemos los terremotos del 31 de mayo de 1970 y del 15 de agosto de 2007, que dejaron más de 67 mil fallecidos, así como la destrucción de la región sur, respectivamente. En ese mismo periodo (50 años) hubo 12 terremotos más, pero de menos intensidad (EC 15/01/20). Los peruanos no la hemos tenido fácil.

El fracaso del programa Reconstrucción con cambios, iniciado en los gobiernos de PPK, Martín Vizcarra y Francisco Sagasti (aunque hoy el gobierno de Dina Boluarte lo haya remozado como Autoridad Nacional de Infraestructura-ANI), demuestra que el principal “aliado” del poder destructivo de la naturaleza, es la corrupción generalizada, que se alimenta de las desgracias de todos los peruanos. La única “reconstrucción con cambios” que hemos visto, son los ‘cambios’ en las vidas de quienes han medrado con los ingentes recursos del programa en puestos dorados y con privilegios sostenidos por el sufrimiento ciudadano. La traición de los corruptos se debe castigar. También hemos soportado el terrorismo y la pandemia del COVID 19 en 2020-2021.

Sin embargo, la solidaridad ciudadana siempre ha estado presente en menor o mayor escala y por eso, hay que promover organización social independiente. De hecho, esta actividad existe de manera aislada en algunas zonas del país. Este espíritu colaborativo debe encausarse estratégicamente para ayudar en las tareas de reconstrucción que no impliquen grandes infraestructuras (que le corresponden al Estado). Los organismos de la sociedad civil y la empresa privada, incluso los Comités de Seguridad Ciudadana de la PNP, tienen aquí la gran oportunidad de ayudar en cumplimiento de su responsabilidad social. No dejemos que el Movadef ingrese a estos espacios, como sí lo hizo en 2017, tratando de organizar a los damnificados de Carapongo, Huachipa, Barba Blanca, Santo Domingo de Ollero y Nuevo Jerusalén, ubicados cerca de Chosica y Huarochirí. (Diario Ojo 18/04/2017).

La solidaridad permite hacer “surcos sociales” para que la ayuda del Estado (si algún día llegue) o la cooperación internacional, lleguen de manera directa, ordenada y justa, convirtiéndose en la mejor oportunidad que tenemos para mitigar los embates de la naturaleza, inclusive los demás fenómenos. Confiamos que más temprano que tarde, veremos a los ciudadanos estructurándose en un espíritu solidario potente, para la mejora del país. ¡Sí se puede!