Treinta años después podemos decir, con respeto, descanse en paz don Pedro Huilca Tecse, señala el columnista. (Foto: Andina)
Treinta años después podemos decir, con respeto, descanse en paz don Pedro Huilca Tecse, señala el columnista. (Foto: Andina)

El 18 de diciembre de 1992, Pedro Huilca Tecse fue asesinado cruelmente delante de su hija mayor en la puerta de su domicilio en Los Olivos. Al principio, la certeza de los expertos investigadores de la DIRCOTE de aquella época, entre ellos el Mayor PNP Villacorta Guzmán, inferían que los responsables eran terroristas de Sendero Luminoso, ya que los indicios iniciales marcaban la ruta hacia los culpables, un destacamento especial de ese grupo subversivo.

Al siguiente año, el 5 de marzo de 1993, seguidores de Sendero Luminoso asesinaron al Capitán PIP Velásquez Colchado, con la participación de los terroristas ‘Hernán’, ‘Edith’ y ‘Manolo’. Las investigaciones coincidían indubitablemente que estos mismos sujetos habían participado en el asesinato de Pedro Huilca.

La ‘camarada Edith’ fue reconocida por la esposa de Pedro Huilca como la mujer que disparó contra la puerta de su domicilio. Por otro lado, Sendero Luminoso reivindicó el crimen en su panfleto El Diario y las razones enfermizas del porqué acabaron con su vida. Huilca era un dirigente opositor a la “guerra popular” de Abimael Guzmán, así como María Elena Moyano y Pascuala Rosado, asesinadas con el mismo “argumento”.

En 1997, más de cinco años después, todo cambió, y de un momento a otro los testimonios de la esposa cambiaron por una nueva postura, en el sentido que los autores del atentado contra Huilca habían sido los miembros del Grupo Colina y no Sendero Luminoso.

Luego se supo que la familia había iniciado un largo camino de acusaciones contra el gobierno de Fujimori y el Grupo Colina que terminó en una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que obligaba al Perú a pagar más de un cuarto de millón de dólares de indemnización a los familiares del dirigente sindical asesinado. Los peruanos fuimos humillados con el pago de una reparación inmerecida.

Pasados más de 30 años de estos hechos, hoy el Poder Judicial ha resuelto este caso que a todas luces demuestra que se manipuló la investigación desde la Fiscalía que contó con la anuencia de fiscales y procuradores, así como con el soporte periodístico del diario La República.

La venganza contra el gobierno de Alberto Fujimori tomaba forma de proceso judicial, pisoteando el cadáver de Pedro Huilca, cobrando indemnizaciones ilegalmente y usándolo de “bandera política” para obtener votos a cambio de lástimas equivocadas. A eso jugó la excongresista Indira Huilca, una perversa activista de izquierda cuyos escrúpulos ausentes se esconden hoy tras su sonrisa.

El pueblo peruano debe rechazar la manipulación perversa de los asesinatos para conseguir espacios políticos y recursos económicos. Esperamos que ahora la señora Indira Huilca pida perdón al país y devuelva el dinero que le quitó a familias necesitadas y que el diario La República se retracte de las mentiras que por años esparcía entre sus lectores. Treinta años después podemos decir, con respeto, descanse en paz don Pedro Huilca Tecse.