"Muchas personas han apostado por carreras que ofrecían modalidades virtuales, confiando en la flexibilidad que brindaban".
"Muchas personas han apostado por carreras que ofrecían modalidades virtuales, confiando en la flexibilidad que brindaban".

La reciente disposición de la Sunedu de prohibir a las universidades desarrollar clases de pregrado 100% virtuales ha generado debate en el ámbito educativo. Si bien existen argumentos a favor, ciertamente, esta medida representa un paso atrás en el camino hacia una educación más acorde a las necesidades del siglo XXI.

Muchas personas han apostado por carreras que ofrecían modalidades virtuales, confiando en la flexibilidad que brindaban. La falta de previsión y el cambio repentino de reglas de juego generan incertidumbre y perjudican a quienes han planificado su educación con base en estas opciones. Además, limita el acceso a la educación superior, especialmente para quienes residen en zonas donde no hay universidades disponibles o la oferta es muy limitada y no cuentan con recursos para solventar gastos de desplazamiento. En el artículo 16 del capítulo II de nuestra Constitución dice: “es deber del Estado asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecuada por razón de su condición económica o de limitaciones mentales o físicas”.

En ese sentido, se necesita un enfoque más equilibrado que reconozca tanto los beneficios como los desafíos de la educación virtual. En lugar de una prohibición tajante, se requiere una regulación que garantice la calidad en todas las modalidades. Las autoridades educativas deben promover la innovación y la inclusión, aprovechando al máximo las oportunidades que nos brinda la tecnología para construir un sistema educativo más accesible y eficaz para todos y no privar de mejores oportunidades a miles de peruanos eliminando la educación virtual.

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