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[OPINIÓN] Jorge Lazarte: “El partido soñado”
“La crisis de gobernabilidad que nos acompaña desde hace décadas es un fiel reflejo de la que atraviesa nuestro sistema de partidos políticos”.
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Dicen que podríamos llegar a las elecciones de 2026 con más de 30 partidos políticos. Ya hay 25 inscritos y 13 en proceso de inscripción. Esto significa que podríamos tener que escoger entre unas tres decenas de candidatos a la Presidencia y más de tres mil al Congreso.
La mayoría de estas organizaciones son “aves de paso” que carecen de institucionalidad. La capacidad de atracción de talento que tienen es paupérrima, y quienes integran sus huestes no son las personas adecuadas. Un orgulloso asesino de policías y un prófugo de la justicia por corrupción lideran dos partidos que no pasarán desapercibidos en los próximos comicios.
La crisis de gobernabilidad que nos acompaña desde hace décadas es un fiel reflejo de la que atraviesa nuestro sistema de partidos políticos. Paradójicamente, el Perú ha sabido mantenerse a flote. Los políticos no han logrado hundirlo pese a todos sus esfuerzos; y la razón es una sola: la resiliencia del empresariado.
Son las empresas y sus líderes quienes han mantenido a salvo nuestra economía frente a la adversidad política que nos ha tocado vivir. Es gracias a ellos que hemos logrado sobreponernos a los embates de la ineficiencia y la corrupción estatal.
La pregunta es esta: ¿pueden los empresarios salvar al Perú de una debacle política que es cada vez más inminente? Sueño con ver un partido político fundado por grandes grupos empresariales decididos a sacar al Perú de la inercia de la monotonía. Sueño con una organización seria, con sentido de permanencia, que atraiga talento y convoque a líderes capaces de conducir a nuestro país por el camino de éxito. Un partido impulsado por grupos económicos peruanos que han apostado todo por nuestro país, y que no están dispuestos a verlo fracasar.
Lamentablemente, tenemos heridas abiertas que aún no han sanado, y ahuyentan a los líderes del sector privado a involucrarse en la política. Temen inmiscuirse en temas que puedan repercutir en su reputación, optando por mantener un perfil bajo que los haga pasar desapercibidos.
Tienen la solución en sus manos, pero evitan remangarse. No son conscientes del enorme potencial transformador que pueden tener unidos, y esperan ansiosos el día que llegue “alguien” a resolver los problemas que ellos mismos pueden resolver ahora. Sostienen, con justa razón, que su labor es generar riqueza; y evitan preguntarse si eso es ahora suficiente.
La transformación política del Perú bien podría ser un objetivo empresarial, que empiece con la fundación de un partido político liderado por empresarios íntegros, serios y corajudos; decididos a tomar acción en un frente en el que todavía no han intervenido. Yo me sentiría orgulloso de formar parte de sus filas.
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