"La reproducción de barreras burocráticas en el Perú se asemeja mucho a un virus endémico, y la vacuna contra él tardará en llegar tanto como la profesionalización y la sensatez a las instituciones del Estado". (Foto: Andina)
"La reproducción de barreras burocráticas en el Perú se asemeja mucho a un virus endémico, y la vacuna contra él tardará en llegar tanto como la profesionalización y la sensatez a las instituciones del Estado". (Foto: Andina)

Entrar a un campo de batalla desprovisto de armas; es como pedirle a David que se enfrente a Goliat, sin honda y sin piedra.

Hace pocos días, el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, anunció la creación de una comisión multisectorial para identificar y proponer medidas de simplificación administrativa; con el propósito de reactivar la economía y generar más puestos de trabajo.

Lamentablemente, el esfuerzo del Gobierno en este sentido está condenado a fracasar. Los gobiernos anteriores han intentado hacer lo mismo de una u otra manera, y ninguno ha dado resultados. No por falta de iniciativa, sino por falta de comprensión de lo que representa la burocracia para el Estado.

Cómo olvidar el esfuerzo del exministro Bruno Giuffra para crear el portal dimetutraba.pe, que aún cuelga con pena y sin gloria de la página web del Ministerio de la Producción. Cada ministro que asume entusiasta una cartera se empeña en convocar mesas de trabajo para eliminar barreras; pero ellas permanecen ahí, tan fuertes y robustas como antes.

El premier y su nueva comisión deben empezar por aceptar que el Estado peruano es una fuente inacabable de barreras burocráticas con las que tendremos que convivir siempre. Se reproducen día a día en todos los estamentos del gobierno, y hacer esfuerzos por erradicarlas es como pretender secar un auto bajo la lluvia.

La reproducción de barreras burocráticas en el Perú se asemeja mucho a un virus endémico, y la vacuna contra él tardará en llegar tanto como la profesionalización y la sensatez a las instituciones del Estado. Ser conscientes de esta realidad no es asumir una postura derrotista; por el contrario, nos permite conocer mejor el serio problema que enfrentamos.

La solución no pasa por sentarse a esperar a que sea el Estado quien resuelva los problemas que él mismo genera. Pretender que sean funcionarios quienes eliminen las barreras que ellos crean; es como esperar que un ingeniero derribe la pared que con tanto esfuerzo diseñó y levantó.

Lo que se necesita para derrotar a la terrible burocracia estatal, es dotar de armas a quienes están llamados a enfrentarse a ella diariamente. Las personas y empresas deben contar con mecanismos expeditivos, rápidos y eficaces para hacer prevalecer la ley y la razón, cada vez que el absurdo y la insensatez buscan imponerse.

Lo primero que se necesita, con urgencia, es dotar de mayores recursos a la Comisión y a la Sala de Eliminación de Barreras Burocráticas del Indecopi, cuyo personal ha sido sobrepasado por la pesada carga administrativa. Lo segundo, es asegurar que el personal que integra dichos órganos sea idóneo: experimentado e independiente.

Estos dos pequeños y simples pasos serían un gran avance para el Perú. No extinguiremos la burocracia, pero lograremos neutralizarla cada vez que se necesite.

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