[OPINIÓN] Iván Arenas: “El ‘centro político’ y el fujimorismo/antifujimorismo”. (Foto: diariouno.pe)
[OPINIÓN] Iván Arenas: “El ‘centro político’ y el fujimorismo/antifujimorismo”. (Foto: diariouno.pe)

La falaz dicotomía fujimorismo/antifujimorismo que domina el espacio público y político desde hace casi dos décadas ha hecho trizas la gobernabilidad y ha derribado todo tipo de acuerdos y pactos cuyo cenit ha sido la elección de Pedro Castillo, quizá el más inepto de todos los presidentes en la historia republicana y la extrema politización banal de la justicia. Si la política se inventó para evitar guerras y llegar a acuerdos y pactos con los que no son iguales a uno, lo que vivimos desde hace dos décadas es la más pura expresión antipolítica de derrumbar puentes y miradas de largo plazo.

El detalle es que todo indica que, en los próximos años, y sobre todo en las elecciones presidenciales, esta falsa conciencia (“alienación” de posiciones políticas en términos marxistas) entre fujimorismo y antifujimorismo continuará; y de pronto los que un día votaron por Pedro Castillo a pesar de todo lo que se sabía de él (sobre todo su relación estrecha con el maoísmo más extremo) y de su legado volverían a hacerlo por alguien parecido.

En este marco se viene tratando de construir un centro político y de pronto en los días previos se ha difundido un manifiesto. No obstante, lo curioso de todo lo anterior es que este bloque que emerge como el centro político está constituido por variopintos animadores del antifujimorismo. En otras palabras, lo que se trata es de construir un “centro antifujimorista”.¿Cómo así personas de la academia, la universidad y de la opinión persisten en semejante dialéctica que a todas luces es perniciosa y que es un “asalto a la razón” porque obedece más a pasiones que a política?

Para el suscrito, es inexplicable y absolutamente antipolítico que se pretenda organizar un centro político desde esa falsa dialéctica fujimorismo/antifujimorismo cuando de lo que se trata es de que se construya desde posiciones de derecha e izquierda, a pesar de que incluso estos lugares geográficos no terminan de explicar algunos fenómenos sociales y políticos.

El detalle es que, para ser honestos, hay quienes han ganado con animar el fujimorismo/antifujimorismo como una guerra de religiones y excomulgaciones mutuas, y en beneficio personal y propio se han mantenido en la agenda pública y política.

Entonces, ¿cómo romper esta dialéctica perniciosa? Para el suscrito, también es importante que los partidos políticos realmente existentes (en términos marxistas) intenten representar al mundo popular y emergente sin clara representación política. Aquí está la cuestión de romper con el fujimorismo/antifujimorismo que somete la discusión a las pasiones y a la guerra del fin del mundo. Y representar no solo es hacer política desde las redes sociales, tan de moda para el político posmoderno, sino desde la organización social y popular que, al contrario de lo que diga, en el Perú existe la tradición política desde el partido y desde el líder.

Antes de terminar quiero expresar mis condolencias a la familia de Pedro Suárez Vértiz, quien constituye un antes y un después de la música rock nacional porque popularizó un estilo musical otrora consumido solo en los sectores medios y altos. Pedro, y vale decirlo, también fue víctima de la polarización política.

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