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[OPINIÓN] Hugo Perea: Estanflación global: similitudes y diferencias con los 70
La semana pasada, el Banco Mundial revisó a la baja sus previsiones de crecimiento económico mundial para 2022 y 2023, y enfatizó que percibe riesgos de que se materialice un escenario de estanflación en los próximos años (bajo crecimiento económico con alta inflación por un periodo prolongado). Según señala esta entidad multilateral, así como otras instituciones y analistas, existen algunos paralelos entre el incremento de la inflación actual con lo observado a inicios de los 70, lo que ha encendido las luces de alerta.
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La semana pasada, el Banco Mundial revisó a la baja sus previsiones de crecimiento económico mundial para 2022 y 2023, y enfatizó que percibe riesgos de que se materialice un escenario de estanflación en los próximos años (bajo crecimiento económico con alta inflación por un periodo prolongado). Según señala esta entidad multilateral, así como otras instituciones y analistas, existen algunos paralelos entre el incremento de la inflación actual con lo observado a inicios de los 70, lo que ha encendido las luces de alerta.
En primer lugar, al igual que hace 50 años, la aceleración inflacionaria que se observa hoy se asocia a choques de oferta que han elevado considerablemente los precios internacionales de diversos commodities (combustibles y alimentos), los que han sido precedidos de políticas fiscales y monetarias fuertemente expansivas a nivel mundial.
Una segunda similitud son las perspectivas de un crecimiento económico persistentemente bajo para los próximos años debido a los impactos económicos de la pandemia, las disrupciones en las cadenas globales de suministros y el retiro de los estímulos económicos (en los 70, largo periodo de relativo estancamiento económico estuvo asociado a una desaceleración de la productividad).
Finalmente, el riesgo de que los ajustes monetarios que actualmente están emprendiendo las mayores economías del mundo generen episodios desestabilizadores en los mercados financieros de economías emergentes. Al respecto, cabe recordar que, a inicios de los 80, los bancos centrales de los países industrializados redoblaron los esfuerzos para contener la elevada inflación que venía de la década anterior. Para ello, elevaron considerablemente las tasas de interés. El costo fue una profunda recesión en las economías avanzadas y crisis financieras en las economías emergentes (en 1982 estalló la crisis de la deuda latinoamericana, con lo que se inició “la década perdida”).
Es importante señalar que también existen diferencias entre los dos episodios: menor dependencia del petróleo hoy debería acotar las presiones inflacionarias y los bancos centrales ahora han reaccionado más rápido y tienen más credibilidad. Sin embargo, los riesgos de un escenario de estanflación, en particular para las economías emergentes como la peruana, están latentes y pueden ser muy perniciosos para el bienestar social. Por ello, las autoridades locales harían bien en: (i) adoptar medidas para apuntalar el crecimiento a corto plazo, como una mejora del clima para los negocios generando mayor estabilidad política y certidumbre; (ii) recuperar el espacio fiscal, dada la oportunidad que se ha presentado por la mayor recaudación tributaria proveniente de la minería y asegurando una mayor calidad del gasto público; y (iii) buscar consensos para implementar reformas que permitan acelerar el crecimiento de mediano plazo.
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