(OPINIÓN): Hugo Palma: “Roba pero también destruye”

No es un error. “Roba pero hace obra” es una infame explicación normalizada por la frágil esperanza de que las autoridades hagan algo más que robar. “Robé en carretilla, pero otros roban en volquetadas y tráileres; y, además, compartía” dijo un reelecto gobernador regional. Siendo la primera preocupación del pueblo peruano, entendamos que no tienen nada del Robin Hood que robaba a ricos para compartir con pobres, sino que roban más a los pobres.

Alarma la metástasis de la corrupción. Todos los presidentes de las últimas décadas, y la gran mayoría de gobernadores regionales, alcaldes y concejales pasados o actuales tienen denuncias, investigaciones, procesos y condenas por corrupción o están prófugos. Muchísimos elegidos y candidatos tienen prontuario.

¿Qué sería diferente en tiempos recientes? Ser corrupto requiere cómplices. Pero de propósitos personales se está pasando a la formación de complejas organizaciones criminales empeñadas en acercarse al poder para sus actividades, lograr impunidad y hasta tratan de llegar a ser poder. Eso exige una fachada política. Nadie confesará su propósito de seguir estafando a jóvenes que anhelan estudiar, o sus vinculaciones con actividades ilícitas: drogas, minería y tala ilegal, tráfico de tierras, personas y más. En adición a casos “regionales” o “municipales”, conocidos por dos décadas de fechorías y hasta asesinatos, tendríamos ahora una organización política de base inicialmente regional –que el Ministerio Público considera como delictiva– asumiendo el Poder Ejecutivo.

En escasos dos meses, existe ya sustantiva información oficial sobre sus actuaciones delictivas. Más grave aún, su ideología la lleva a copar, con ineptos incondicionales, las instituciones del Estado. La agrupación muestra su desprecio por la democracia y los derechos de las personas al pretender, por ejemplo, instalar, por ilegal que sea, una Asamblea Constituyente que ni siquiera derive de voto universal y secreto.

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Cada día trae mensajes, propuestas y acciones inapropiadas, absurdas y peligrosas distanciadas de la legalidad, y el acelerado avance en el libreto que nos acerca a sus modelos políticos ideales, ya alcanzados en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Muestran creciente virulencia, dan impulso a todo lo que divida a los peruanos y “exacerbe las diferencias” para la conquista del poder absoluto. ¿Qué tiene de democrático invitar a los gobernadores regionales a los consejos de ministros, cuando muy pocos no están siendo investigados o procesados?

Se está destruyendo la democracia y la posibilidad de tener gobernantes honestos, preocupados por el bienestar de todos y respetuosos de los derechos humanos, personales, sociales y ciudadanos. Y sin democracia, no seamos tan ingenuos de creer que habrá empleo, crecimiento económico, seguridad ciudadana, educación, salud, justicia, alimentación, vivienda, respeto a mujeres y niños y armonía social. Tendremos caos y muchísimos más compatriotas serán pobres. ¿Es eso lo que quiere un gobierno que se dice “del pueblo”? Preguntemos a alguien, entre los no pocos millones de venezolanos, nicaragüenses y cubanos huidos de sus países. Ellos saben la respuesta.

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