( Foto: ONPE)
( Foto: ONPE)

El plazo para la inscripción de militantes-candidatos a los partidos políticos supervivientes venció y, con ello, el baile electoral empezó. Sin embargo, vemos que nada, o muy poco, ha cambiado. Partidos políticos que anuncian a sus candidatos sin haber tenido una elección interna que los legitime. La dedocracia continúa. He escuchado una y otra vez que en el Perú los partidos políticos no existen, que son unos cascarones, que solo sirven para las elecciones, etc., etc. Ahora que toca cambiar, nada cambia. Esto es como quejarse de los pésimos choferes de combi mientras me subo por la vereda y me paso un semáforo en rojo, tan típico en nosotros. Los partidos políticos son organizaciones, no personas. Los militantes son realmente quienes representan a esos partidos. Si seguimos en la línea de afiliar personas que no tienen ni idea del partido al que se afilian y, peor aún, a candidatos que sin reparo alguno se cambian de polo y gorrita cada 4 años, nunca saldremos de este hoyo. Los votantes no podemos impedir que alguien se afilie a un partido porque le ofrecieron un pollo a la brasa ni bloquear una candidatura porque el candidato es todo un camaleón. Lo que sí podemos hacer (y que en realidad nos da todo el poder) es darnos el trabajito de averiguar si ese candidato representa algo más que sus propios intereses o los del caudillo del partido que lo postula. Evaluar si ese partido político tiene algún fin de interés nacional o solo está firmando un contrato más para su “empresa”. Qué maravilla sería tener candidatos coherentes. Una coherencia basada entre los principios y valores del postulante y los de su partido. Una coherencia entre las propuestas de esos partidos y las necesidades de este maltratado país. Sé que suena a mucho pedir, pero en realidad es lo mínimo que se puede esperar. Alguno debe haber por allí. Hay que buscar, estudiar y evaluar bien a los bailarines de estas próximas regionales y municipales. En este baile sobran muchos. Advertidos estamos.

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