"Porque así, y ojalá me equivoque, la calle podría actuar como actúa Boluarte, y ya sabemos cómo actúa Boluarte".
"Porque así, y ojalá me equivoque, la calle podría actuar como actúa Boluarte, y ya sabemos cómo actúa Boluarte".

Compleja desde su concepción. Así es para mí la erróneamente denominada ‘Toma de Lima’. De las tres palabras, dos de ellas denotan cómo la polarización social ha calado en todos los sectores. Ir a tomar la capital no puede ser el leitmotiv de un movimiento que busca, o debería, recuperar la democracia. Claro que Dina Boluarte debe dejar nuestro Palacio de Gobierno, claro que la banda de congresistas, salvo escasas excepciones, debe desaparecer de la faz de gobierno. Pero no podemos recuperar la democracia y el equilibrio de poderes a través de plataformas sociales que podrían subyugar la misma a intereses tan diversos y no dudarían en recurrir a métodos ilegales para “tomar el poder”. Hay una iniciativa ciudadana en marcha, plenamente legal y democrática para conseguir un adelanto de elecciones y devolvernos la soberanía del poder. Una iniciativa que lamentablemente ha hecho muy poco eco y que no alcanza aún ni 50,000 adherentes. Yo ya firmé, porque esa es la ruta más republicana y democrática, la que establecen la ley y la Constitución. Sí, es lenta e improbable, pero es la que es. Si la demanda fuera exclusivamente por el adelanto de elecciones y se materializara a través de la confluencia de colectivos que acepten las reglas de juego y el respeto a los derechos civiles y patrimoniales, creo que el éxito de la marcha estaría garantizado. Pero tratar de conseguir una única consecuencia a través de múltiples causas es hasta lógicamente errado. Una manifestación como la que se vislumbra para pedir adelanto de elecciones en la cuadra 1, Castillo libertad en la cuadra 2, Asamblea Constituyente en la cuadra 3, no creo que llegue a buen puerto. Porque así, y ojalá me equivoque, la calle podría actuar como actúa Boluarte, y ya sabemos cómo actúa Boluarte. Compleja es la marcha y compleja es la decisión, por lo menos para quienes estamos seguros de que la débil democracia peruana está bajo ataque y un conglomerado de mafias nos está ganando la batalla. Aún quedan días, mucho puede cambiar.