El mejor tenista de todos los tiempos (...) es un ser humilde, generoso, nunca hizo trampa, y un verdadero ejemplo no solo para el tenis, sino para el deporte en general, señala el columnista. (Foto: AFP)
El mejor tenista de todos los tiempos (...) es un ser humilde, generoso, nunca hizo trampa, y un verdadero ejemplo no solo para el tenis, sino para el deporte en general, señala el columnista. (Foto: AFP)

Era el año 2008 si mal no recuerdo, había ido a Miami a visitar a mi hermano y a cumplir un sueño: ver a Roger Federer. Era el Miami Open (en ese momento “El Sony-Ericsson”), torneo de tenis llamado por algunos el “quinto grand slam” por su envergadura y atractivo. Cuando entré al recinto, sucedió algo increíble: de unas escaleritas subterráneas, medio encapuchado, salió el mismísimo Roger con dos guardaespaldas, sin que nadie lo viera. Esto era lejos del estadio central, alrededor de unas canchas periféricas que los jugadores usan para entrenar y calentar antes de sus partidos. Yo estaba por ahí medio perdido, tratando de ir hacia al estadio.

Junto a mí había un colombiano y un ecuatoriano en las mismas. Solo los tres nos dimos cuenta de que era Federer y por supuesto le pedimos autógrafos y fotografías. Él, como es buena gente y humilde, quería firmarnos pero a la vez no quería que mucha gente lo viera y se aglomerara; entonces le dijo a uno de sus guardaespaldas: “Déjalos entrar”. Era una cancha tapada con unas mallas negras alrededor para que nadie pudiese ver quién estaba dentro. Estuvimos cerca de una hora dentro de la cancha viendo a Roger jugar, distendido, con su amigo italiano Andreas Seppi. El mejor tenista de todos los tiempos, el más querido, el más elegante, multimillonario, hablador de 5 idiomas, es un ser humilde, generoso, nunca hizo trampa, y un verdadero ejemplo no solo para el tenis, sino para el deporte en general.

Pero aquí viene lo interesante: ¿sabían que Federer era picón? Pues sí. Era piconazo, de adolescente. No solo eso; rompía raquetas, se peleaba con los árbitros. McEnroe decía que Federer no iba a llegar lejos porque, a pesar del talento indiscutible, carecía de fortaleza mental.

Pero Roger se puso a trabajar en su psicología. Y no solo aprendió a manejar la presión, sino que maduró, desarrolló una gran inteligencia emocional, y quizá lo más importante de todo: terminó siendo el más querido.

Y es que las personas cambian “en relación con los otros”. Federer se dio cuenta de que lo más importante es la energía que proviene de las relaciones con otros. Aprendió a ganarse a la gente siendo cercano, humilde, generoso y respetuoso.

Y reveló su secreto: dijo que, para cualquier desempeño, la motivación es lo más importante (incluso más que el talento). ¿Y de dónde viene la mayor fuente de motivación? De las buenas relaciones interpersonales.