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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: No entender no da derecho a discriminar
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Según Ipsos, a junio 2021, 40% de los encuestados en Perú consideraba peligroso dejar a un niño con una persona homosexual, 4 puntos más que en 2019. En contraposición, 47% discrepaba de esa afirmación. La evidencia disponible sobre violencia sexual a menores contradice el prejuicio: 80% de víctimas son mujeres agredidas por varones, muchas veces del entorno cercano.
Ciertas creencias religiosas califican a la homosexualidad como antinatural. La historia y la ciencia dicen otra cosa. Los huacos eróticos Moche han dejado registro de prácticas homosexuales y según Wikipedia “el cronista Pedro Cieza de León comentó en su Crónica del Perú que, aunque la homosexualidad no era aceptada en el centro y sur del imperio (inca), sí era tolerada en el norte e incluso considerada un acto de culto, existiendo un prostíbulo masculino que atendía las necesidades de la tropa. A estos servidores sexuales se les conocía como pampayruna”. Basta buscar en Google unos minutos para saber, de fuentes serias, que en diversas culturas (Mesopotamia, pueblos nativos americanos, China, Grecia, Egipto, India, Japón, Roma y los Celtas) hay evidencia de que la homosexualidad existió y fue aceptada, incluso entre guerreros.
La ciencia también descarta que se pueda calificar comportamiento antinatural. Se estima que 1,500 especies tienen relaciones homosexuales, entre estas: jirafas, delfines, leones, bisontes, macacos, albatros, bonobos, cisnes (20% de las parejas), morsas y ovejas. El bonobo es un caso particular, porque compartimos con ellos el 98.7% de nuestro ADN, al igual que con el chimpancé. Los chimpancés son muy agresivos con las hembras y entre sí, pero los bonobos resuelven sus problemas con sexo, de todo tipo. Abunda la evidencia de ello de fuentes serias para quien quiera darse el tiempo de buscar sobre el tema. En una columna anterior (“El día de la vergüenza”) resalté que la ciencia sobre sexualidad humana está en pañales (primer estudio con data firme en 1950). Por ello, los conceptos que priman hoy sobre sexualidad están basados en la tradición cristiana de los primeros siglos. El historiador Peter Brown nos ayuda a entender cuán prejuiciosamente y sin sustento se fueron armando los constructos morales sobre sexualidad en su libro El cuerpo y la sociedad: los hombres, las mujeres y la renuncia sexual en el cristianismo primitivo. Publicado hace ya 82 años, ha percolado más en el mundo occidental moderno que en América Latina. Se vienen años difíciles para los derechos de las minorías LGTBIQ.
Creer o no en un dios creador y omnipotente es parte de la libertad individual. Si es una creencia cierta, hay evidencia de que no creó un solo modo de sexualidad. La reproducción del mundo vegetal se basa en la polinización, donde una especie distinta (abeja) transfiere granos de polen de la parte masculina a la parte femenina de esa u otra flor. Trasladado al ser humano, eso implicaría bestialismo y promiscuidad. Si se defiende la libertad para decidir sobre bienes que necesitan inscripción en registros públicos, ¿cómo se puede no hacerlo sobre el propio cuerpo y la identidad?
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