PUBLICIDAD
[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Errores y miedos de la inteligencia artificial”
“El cambio tecnológico avanza a una velocidad que la madurez de la sociedad no puede igualar, y eso solo se va a poner peor”.
Imagen
Fecha Actualización
ChatGPT logró un millón de usuarios en cinco días luego de su lanzamiento a fines del año pasado (Instagram demoró 2.5 meses y Netflix 3.5 años para lograr lo mismo). Esa avalancha de usuarios nuevos ha generado mucho desconocimiento y uso desinformado de solo una de las muchas herramientas disponibles hoy de inteligencia artificial. Hoy, la mayoría de gente está acostumbrada a aprender sobre la marcha, sin mirar los tutoriales y eso genera riesgos, que pueden ser desde graciosos hasta graves. Un amigo me hizo ver que ChatGPT sostiene que soy abogado en vez de economista y que he sido congresista tres veces, incluso dándole la pista de que soy peruano.
ChatGPT no es un fact-checker, por lo que se puede equivocar y mucho, pero usualmente tendrá buenas respuestas si hay suficiente material disponible sobre el tema. Si bien alerta sobre su inexactitud y además advierte que ha sido entrenada con información hasta junio de 2020, yerra en hechos muy anteriores a ello, pero se actualiza a medida que recibe información. La primera vez que le pregunté sobre el primer gobierno de Alan García me respondió que había aplicado políticas de libre mercado apoyadas por el FMI, y al escribir este artículo ya había cambiado su respuesta a políticas intervencionistas, estatización de la banca, etcétera. Y lo más divertido es cuando le pides cosas en un estilo particular, no reproduzco lo que me respondió cuando le pedí que reescribiera “La cucaracha” como lo haría Ricardo Arjona.
Hasta ahí lo divertido, pero también hay lo grave. El Washington Post publicó hace un par de semanas el caso de un video falso (deep fake), hecho con inteligencia artificial por alumnos de una escuela de Nueva York, en que el director del colegio se expresaba de manera racista, que originó otros videos compartidos en TikTok que amenazaban disparar contra estudiantes latinos y afroamericanos.
Lo que el caso demuestra para nuestra realidad es la facilidad con la que se van a poder hacer videos falsos de aquí en adelante, y cómo se va a aprovechar eso políticamente. Si ya una mayoría cree que el golpista fue el golpeado, a partir de ahora se podrá fabricar el video que se quiera, para cualquier propósito. Eso, al inicio va a hacer que mucha gente sea engañada, y luego que el video deje de tener capacidad de convencimiento alguno, al menos para una parte de la población. Ver para creer puede ser ya una afirmación naif. Hasta apps hay para producir deep fakes, y una diversidad de ejemplos de los mejores deep fakes en Internet.
Así como www.turnitin.com descubre a los plagiarios, existen también herramientas para detectar tanto texto como video que ha sido generado por inteligencia artificial que señalan tener un 96% de efectividad. El tema, claro, es cuán disponible van a estar estas herramientas para la verificación de población poco informada y con pocos recursos.
La ciencia ya ha confirmado el sesgo de confirmación que tenemos todas las personas, buscamos la información que corrobora nuestras creencias establecidas y ni prestamos atención o no dedicamos tiempo a entender la que nos contradice. Eso ocurre hasta entre científicos, como lo demostró Thomas Kuhn hace más de 50 años en el libro La estructura de las revoluciones científicas, que se dan siempre luego de que se ha desdeñado durante un tiempo evidencia que no es consistente con las teorías de la época, hasta que el grupo de científicos que introduce la teoría revolucionaria aguanta el tiempo suficiente el rol de hazmerreír para voltear la tortilla. Si el ego logra sacar ventaja, incluso en mentes brillantes y entrenadas para priorizar el razonamiento científico como regla de vida, cómo no va a pasar con la persona que se automedica porque un sobrino se sanó de algo parecido con una pastilla buenísima.
El cambio tecnológico avanza a una velocidad que la madurez de la sociedad no puede igualar, y eso solo se va a poner peor. En países avanzados hay quienes piden seis meses de chepa. ¿Cómo vamos a cerrar la brecha digital? ¿Prever cuántos empleos se pierden y qué habilidades nuevas se necesitan? ¿Cómo hacemos para que la mayor cantidad de peruanos puedan y sepan usar la tecnología para bien? El reto mayor no es la inteligencia artificial, sino la tozudez humana.
VIDEO RECOMENDADO
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD