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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: ¿Dándosele las gracias por los servicios no prestados?
En la resolución que acepta la renuncia de Mariano González al Mininter, el presidente Castillo y el primer ministro Torres le dan las gracias por los servicios prestados a la nación. Sin embargo, después Torres ha dicho que González no hacía nada, era casi inubicable y no iba a los consejos de ministros. Si fuera verdad, ¿por qué le agradeció?
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En la resolución que acepta la renuncia de Mariano González al Mininter, el presidente Castillo y el primer ministro Torres le dan las gracias por los servicios prestados a la nación. Sin embargo, después Torres ha dicho que González no hacía nada, era casi inubicable y no iba a los consejos de ministros. Si fuera verdad, ¿por qué le agradeció?
Las declaraciones de Aníbal Torres rara vez son excesos de formalismo. En cambio, el abogado del presidente Castillo declaró a Hildebrandt en sus 13: “Al presidente nunca el ministro González le informó que estaba creando el grupo que iba por la captura de Silva, Pacheco y de su sobrino. Nunca lo hizo. Debió comunicarle que lo estaba haciendo. Si estaba conformando un grupo especial, tiene que comunicárselo al presidente”. El exministro González estaba cumpliendo una solicitud de la fiscal Barreto, como corresponde. Que el abogado del presidente Castillo use esos términos para justificar la remoción del exministro González es, de por sí, un elemento revelador del riesgo real de uso del poder para la obstrucción de justicia. Precisamente porque la tesis fiscal es que el presidente lidera esa organización, la autonomía del ministro en ese campo debe ser total. En Perú, es usual que prioricemos la lealtad a la persona sobre la lealtad a los principios, pero eso es lo que nos atrasa como país. Cuando uno está en un cargo en una organización, más aún si es el Estado, no hay espacio de duda. Cuando González aceptó ser ministro del Interior no se lo aceptó a Pedro Castillo, sino al presidente del Perú, y bajo los principios que establecen las leyes del país. Que lo tilden de caballo de Troya es desconocer qué cosa es hacer política en serio. Si cuando aceptó ese cargo tenía en mente que, si no lo dejaban cumplir su obligación, quedaría en evidencia que la persona que detenta el cargo de presidente no lo está usando como debe, pues en buena hora, y claramente le ha prestado servicios a la nación.
Con la poquísima predisposición que ha mostrado el Congreso para estar a la altura de una crisis tan grave, y la poca legitimidad que tiene en la población, la salida a una situación tan crítica, y que pueda llevar a un escenario mejor y más estable, es algo que se va a tener que construir desde la sociedad civil hacia las agrupaciones políticas.
A las alternativas ya conocidas como renuncia/asilo, vacancia y acusación constitucional, se les suma una más, todavía en construcción y que puede demorar en aclararse. César Azabache y otros especialistas han señalado que el derecho peruano no ha previsto un artículo para una situación en que se use el poder presidencial de esta manera y que lo más urgente es proteger al equipo policial de cualquier tipo de infiltración, a través de una orden judicial. Azabache nos recuerda que se hizo algo similar en el caso del exfiscal Chávarry cuando violentó oficinas lacradas.
Lo que queda del año no pinta bien. Probablemente las sorpresas anunciadas por el presidente sean más confrontación y medidas artificiosas y populistas. Para salir de la crisis y reconstruir todo lo dañado, habrá que tener visión de país, dejar atrás la polarización que nos llevó a este desastre y prepararse para todo el desorden que se va a querer generar. Los peruanos somos resilientes y hemos salido de situaciones peores, pero tenemos que aprender a querernos como una nación compleja pero posible, más grande que sus problemas y diferencias.
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